Suena muy marcial: El que no dé frutos será eliminado. Pero la parábola de la higuera no es un mensaje amenazante, sino un mensaje de alegría. Si se profundiza lo suficiente, se puede descubrir cómo la Biblia se interpreta a sí misma.
A veces es espeluznante: Uno tiene un problema. Y un amigo o un compañero tiene la solución, pero sus palabras no surten efecto. Y entonces llega otro, dice exactamente lo mismo con otras palabras, y uno hace “clic”.
Así puede suceder con la parábola de la higuera, que solo se conoce por el Evangelio de Lucas: El árbol (el hombre) no da fruto. El dueño (Dios, el Padre) quiere deshacerse de él. Pero el jardinero (Jesucristo) le da otra oportunidad, incluyendo un cuidado extra.
Hasta aquí, lo que conocemos de Lucas 13:6-9. Pero de alguna manera esto no encaja en el contexto.
¿Solo vagamente en el contexto?
Los versículos anteriores a los mencionados hablan del derramamiento de sangre de los galileos y del accidente en Siloé, la fuente de agua de Jerusalén. Y del llamamiento a arrepentirse. Y de la cuestión que ya desesperaba a Job: si los propios pecadores son culpables de su desgracia.
Los versículos que siguen a los mencionados hablan de la curación de una mujer encorvada en un día de reposo. De la disputa con los gobernantes por la supuesta violación de la ley. Y de la autoridad de Jesús en sus milagros.
En el medio está la higuera que no echó raíces. Es lo que uno podría pensar… hasta que sigue una referencia cruzada.
Lo mismo en otras palabras
Juan 9: la curación de un ciego de nacimiento. El capítulo tiene lugar en Siloé. Plantea la cuestión del sufrimiento y la culpa. Y trata de las oportunidades de arrepentimiento desperdiciadas y aprovechadas.
El incidente tiene lugar un día de reposo. Hay una disputa con los fariseos sobre el mandamiento del día de reposo. Al final, Cristo confiesa su autoridad como el Mesías y el ciego confiesa su fe en Él.
Y luego todavía están estas otras palabras: “Para que las obras de Dios se manifiesten en él”, en él, el ciego y el pecador. Y entonces uno “hace clic”…
El significado aquí y hoy
La curación del ciego de nacimiento explica la parábola de la higuera en su contexto:
- Cada uno de nosotros tiene su “encorvadura” mental y su ceguera espiritual.
- La voluntad de Dios como el Creador, es que nos sigamos desarrollando y sigamos creciendo.
- Del obrar de Jesucristo en su sacrificio lleno de amor viene toda la fuerza que necesitamos para lograrlo.
- Dar fruto no significa realizar cosas por nosotros mismos, sino simplemente dar a conocer lo que experimentamos con nuestro Dios.
De la actitud a la acción
Cómo cambia la acción cuando la actitud de uno cambia de esta manera. Esto es lo que describe Juan el Bautista cuando advierte: “El hacha está puesta a la raíz de los árboles”. Como “frutos dignos de arrepentimiento” menciona en Lucas 3:
- “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene”.
- “No exijáis más de lo que os está ordenado”.
- “No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis”.
Pero no porque ningún fariseo quiera convertirlo en ley. Sino por el deseo de transmitir los beneficios que uno ha experimentado. Impulsado por el agradecimiento, que también culminó con la curación de la mujer encorvada: “Todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él”.
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