Aclarar las cosas, de a dos, solo tú y Dios, de forma completamente abierta, honesta, sin intermediarios y así redescubrir lo que se ha perdido. Esto es lo que nos invita a hacer el Apóstol Mayor, no negociando, sino por amor.
El Servicio Divino del domingo 24 de abril de 2022 trató sobre el encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús: “Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos” (Lucas 24:31-33).
Cansancio en el regreso
“Normalmente se piensa en estos discípulos de Emaús en términos muy negativos”, dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. “Pero eran verdaderos discípulos” porque “incluso después de su muerte, no se avergonzaron, sino que confesaron claramente al Señor Jesús”. Sin embargo, “estaban decepcionados, estaban cansados”. Ni siquiera reaccionaron a los informes sobre el sepulcro vacío. “Fue entonces cuando abandonaron la comunión de los discípulos”.
“Y entonces viene a ellos el Señor Jesús, el Resucitado”. Los interroga, ellos le cuentan lo que angustia su corazón. Y Él los pone en escena, les explica la Biblia y el plan de salvación de Dios. “Su corazón ardía. Sí, fue entonces cuando se sintieron conmovidos”. Cuando el Señor quiso irse, le dijeron: “Quédate con nosotros”. Y en el momento en que Jesús partió el pan, lo reconocieron. “Inmediatamente volvieron a Jerusalén para tener comunión con los discípulos”.
Primeros síntomas
“El resultado de esta historia es revelador para nosotros hoy”, explicó el dirigente de la Iglesia. “Tenemos muchos hermanos y hermanas, cristianos creyentes, también cristianos nuevoapostólicos, que son discípulos de Jesucristo”. Pero “se nota un cierto cansancio. Se podría decir que no es nada dramático, pero así se reconocen los primeros síntomas”.
Por un lado, “uno ya no se siente tan abordado por la prédica. Ya no produce nada en el interior”, en el corazón. Por otro lado, “uno ya no tiene ese deseo de comunión con los hijos de Dios y se queda en casa. Uno ya no tiene el deseo de comunión con el Señor en la Santa Cena”.
Preguntas a lo más íntimo
“El Señor Jesús viene a cada uno de nosotros en el Espíritu Santo y nos hace preguntas” como: “¿Cuál es el sentido de tu vida? Mira la situación de la humanidad y de este mundo. ¿Qué está pasando allí? ¿Cuál sería la solución? ¿Cómo es el futuro?”. O bien: “El Hijo de Dios adoptó la condición de hombre y murió para demostrar el amor de Dios a los seres humanos. ¿Qué significa eso para mí? ¿Qué significa eso para los demás? ¿Qué significa eso para el mundo?”.
“Analicemos las preguntas con honestidad”, apeló el Apóstol Mayor. “Entonces, tómate un tiempo contigo mismo”. “No tienes que decírselo a nadie, pero díselo al amado Dios en la oración”. “Cuéntale con franqueza, solo tú y Él, Él y tú, cuéntale cómo estás, cuáles son tus preguntas, cuáles son tus problemas, cuáles son tus dudas”.
Respuestas desde adentro
“Y si te lo tomas en serio, el Señor Jesús vendrá y te responderá”. Y no necesariamente desde el altar o a través de un portador de ministerio. “Completamente desde adentro de nosotros. Tienes el don del Espíritu Santo. Deja que el Espíritu Santo hable a tu mente y a tu conciencia”.
“¡Entonces empieza a arder! De repente uno se da cuenta de que este mensaje tiene sentido, después de todo. ¡El amor de Dios es algo fantástico! ¡Oh, hay una solución! Hay un futuro”. Y luego, “cuando la relación con Jesucristo es la correcta, el deseo de comunión con los creyentes surge espontáneamente, no hay que hacer nada”.
“No estoy haciendo mi trabajo aquí y ahora porque soy un dirigente de la Iglesia y me pagan para que la Iglesia vuelva a estar llena”, dijo el Apóstol Mayor Schneider. “Cumplo esta misión porque –disculpa que lo diga así– te amo. Yo también estoy preocupado. Por lo tanto, en nombre de mi Enviador me tomo la libertad de hacer esta pregunta: ¿Cómo te van las cosas?”.