Es descenso al infierno y la ascensión al cielo. Ambos hechos se encuentran en las Sagradas Escrituras. Ambos siguen entusiasmando a las mentes de los teólogos en la actualidad. Lamentablemente, casi nadie los entiende, ¡aunque su significado es claro!
Después de su muerte en la cruz, el Hijo de Dios Jesucristo fue a las profundidades. Predicó a todos aquellos que no pudieron creer en la época de Noé. La primera epístola de Pedro, en particular, habla sobre esto. Este descenso al reino de la muerte, como también figura en la Confesión de fe de la Iglesia primitiva, pertenece hoy a las verdades de la fe ampliamente olvidadas y parece incomprensible para la mayoría de los cristianos. Se ignora que este proceso tiene un significado histórico-salvífico, a saber, que la voluntad de Dios de redimir a la humanidad se aplica universalmente: para todos los seres humanos, para todos los tiempos.
Lo mismo ocurre con la ascensión de Jesucristo. También tiene un significado histórico de salvación. Sin su ascensión, ¡no existe nuestra ascensión! Él es el primero en todo, nosotros los cristianos sus seguidores. Quien quiera entender la ascensión debe mirar todo el plan de Dios y no detenerse en un punto. De hecho, hay al menos tres conclusiones notables que el hombre de hoy puede asociar a la festividad cristiana de la Ascensión:
- Con este acontecimiento sobrenatural, Jesús demostró su divinidad: la ascensión es la confirmación de que Jesús es realmente el Hijo de Dios. Vino del Padre y volvió al Padre.
- Jesús terminó su misión en la tierra: vino a la tierra para hacer una obra. La cumplió completamente y entonces volvió a la gloria del Padre. La ascensión marca el final de la misión del Hijo de Dios en la tierra.
- Con su ascensión, inició una nueva era: el Hijo de Dios adoptó la condición de hombre y no solo volvió como Hijo de Dios, sino también como hombre resucitado, como hombre nuevo. Para los creyentes de hoy, esto significa que un hombre puede entrar en la gloria de Dios si tiene el cuerpo de resurrección.
Un ejemplo para nosotros
Estos pensamientos provienen de la prédica del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en el Día de Ascensión 2021. Este es, pues, el verdadero significado de la ascensión: Jesucristo no se fue como vino. Se humilló por la humanidad, realizó su obra de redención, fue exaltado y volvió a casa con el Padre. Vino como siervo y se fue como rey. Comenzó una nueva forma de pensar: Jesucristo ya no está aquí, sino allá. Su Espíritu permanece. Es reconfortante para el creyente que el ser humano perecedero no tenga que permanecer en el reino de la muerte, sino que puede ascender al cielo como alma redimida. Con su ascensión, Dios ha acercado el cielo a sus hijos. El cielo es allí donde está Jesucristo.
Relación entre Pascua y Pentecostés
Han pasado 39 días desde el domingo de Pascua. El sepulcro vacío es el nacimiento de la fe cristiana y marca el inicio del plan divino de salvación. Para que la idea de la salvación a partir de la resurrección de Cristo pueda continuar en todo el mundo, es necesario Pentecostés. Pentecostés es el nacimiento de la Iglesia, en la que se produce la comunión con Dios y con los creyentes, en la que se predica y se vive el Evangelio, en la que se ofrecen actos sagrados. Y en medio de todo esto está la ascensión: desde la exaltación en la cruz hasta la resurrección, pasando por la ascensión de Jesús al cielo y el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés: un tiempo lleno de acontecimientos. Como dijo Jesús en Juan 16:7: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”.
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