Gedeón no necesitó un gran ejército para ganar su batalla. Sus armas más afiladas eran su fe y su confianza en Dios. Por eso es un ejemplo no solo para los portadores de ministerio.
“Quiero agradecerles a todos por su trabajo y el servicio que han prestado en los últimos meses”. Así introdujo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el Servicio Divino para portadores de ministerio en Sydney, Australia. La base del Servicio Divino fue un versículo de la historia de Gedeón: “Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?” (Jueces 6:14).
La historia
Al comienzo de su prédica, el Apóstol Mayor Schneider resumió lo acontecido con Gedeón: Durante siete años el pueblo de Israel sufrió bajo el dominio de sus enemigos hasta que un ángel le dijo a Gedeón: “El Señor está contigo”. La respuesta de Gedeón fue muy humana: “Si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?”. A esto no recibió respuesta, solo la orden de luchar por Israel. Gedeón pidió entonces señales para estar seguro de que el encargo venía de Dios, y las obtuvo.
Luego reunió un ejército juntando a 32.000 guerreros. Pero eran demasiados para Dios y envió a los que no querían luchar de vuelta a casa. Por un criterio inusual, que era la forma de beber, los combatientes fueron finalmente clasificados hasta que solo quedaron 300. Y sus armas también eran inusuales. Debían ir a la guerra con teas, cántaros y trompetas. “Ved y haced lo que os digo, y yo haré el trabajo”, ese era el mensaje. Y, efectivamente, Dios obtuvo la victoria.
¿Qué significa esto para nosotros hoy?
Esta fue la pregunta con la que el Apóstol Mayor Schneider hizo volver a los participantes del Servicio Divino al presente. “Hoy Dios nos dice, y este es su mensaje: ‘Sabéis que amo a los seres humanos, estoy de su lado y quiero liberarlos’”. Ellos sufren por el pecado. Todos conocen sus consecuencias: la injusticia, el sufrimiento, el dolor.
“Puedo entender a Gedeón”, dijo el Apóstol Mayor Schneider. “También podríamos decir: si amas a los seres humanos, ¿cómo puedes permitir tanto sufrimiento?”. Hoy tampoco habría respuesta de Dios a eso. Lo que Dios comunica a través del Espíritu Santo es: “Quiero que contribuyas a mi plan de redención”. Eso significa proclamar el amor de Dios, confesar a Jesús y ser su testigo. Y los portadores de ministerio tienen la tarea adicional de apoyar a los Apóstoles en el encargo encomendado por Jesús.
Señales que dan fuerza
Las señales que Dios da hoy son los Sacramentos: “A través de estas señales –el Bautismo, el Santo Sellamiento, la Santa Cena– el mensaje es siempre el mismo: Yo soy Dios. Te amo. Te llamo”. Y para los portadores de ministerio, la señal es la ordenación: “Habéis recibido la autoridad para administrar los Sacramentos y anunciar el Evangelio”, recordó el Apóstol Mayor a los portadores de ministerio presentes.
De la fe en estas señales surge la fuerza, el poder y la autoridad. “Como portadores de ministerio hemos recibido otro poder, otra autoridad”, dijo el Apóstol Mayor. Es la autoridad para administrar los Sacramentos y enseñar el Evangelio. “Esta es nuestra fuerza. Tenemos, por un lado, nuestra fe en Dios, en nuestro encargo y nuestro amor a Dios. Y si queremos ser más fuertes, tenemos que crecer, tener más fe, más amor y confianza. Y, por otro lado, tenemos la autoridad del ministerio”.
Un pequeño rebaño
“Así que ahora estamos preparados”, dijo el Apóstol Mayor. «Creemos en el poder que tenemos, y ahora queremos servir como creyentes, como cristianos y como portadores de ministerio. Y entonces nos damos cuenta: Oh, no somos tantos”. Dios no quiere obligar a nadie y por eso Gedeón envió primero a casa a los que no querían luchar. “Y así el número de creyentes no es grande. Especialmente en esta época, está disminuyendo. Dios dice que se respete su voluntad”. Y entonces Dios no eligió a los guerreros según sus habilidades. Su elección no puede ser entendida con la mente humana. Sin embargo, el Apóstol Mayor dijo: “Confía en Dios y trabaja por amor”.
Las armas de Dios
Hay muchas ideas sobre lo que se necesita para luchar por Jesús y anunciar su Evangelio, mencionó el Apóstol Mayor. Hacer milagros, tener influencia política o dinero, pero esas no son las armas que vienen de Dios. “¿Qué armas hemos recibido de Dios?”, preguntó el dirigente de la Iglesia y las enumeró:
- La verdad del Evangelio
- Amor. Amad a las personas y dejad que experimenten el amor de Dios a través de ti.
- La unidad del pueblo de Dios
Equipados con estas armas, los portadores de ministerio también podrán cumplir su cometido. Y eso no es para liberar a los seres humanos del pecado. “Eso es obra de Dios, nosotros no podemos hacerlo”, recordó el Apóstol Mayor. Los portadores de ministerio tienen el encargo de preparar a la novia de Cristo. Esto se puede cumplir junto con Cristo. “Y Dios salvará a los seres humanos”.