Al creyente le espera un futuro maravilloso junto a Dios. Pero primero debe llegar allí. Hay peligros que acechan en el camino. Jesucristo nos muestra cuáles son y también conoce el antídoto. De un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
“Es importante que nos reunamos para orar, porque sabemos que cuando nos reunimos y oramos en el nombre de Jesucristo, Dios siempre nos escuchará”. Con estas palabras el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider comenzó el Servicio Divino en Madang (Papúa Nueva Guinea) el 8 de mayo. Como pasaje bíblico utilizó una frase de Lucas 21:36: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
Dios está por encima del tiempo
“Como seres humanos, no conocemos realmente el futuro”, admitió el Apóstol Mayor Schneider. Hay previsiones meteorológicas o especialistas que pueden predecir los resultados electorales de un país, por ejemplo. Pero estas son solo predicciones que pueden o no hacerse realidad. Dios, en cambio, conoce el futuro porque, al igual que el pasado y el presente, es presente para Él. “Cuando habla del futuro, no está prediciendo algo que probablemente sucederá, sino que está describiendo una realidad que ya está presente para Él”, explicó el Apóstol Mayor Schneider.
Dios revela el futuro a las personas: “Al menos la parte más importante del futuro, su plan de salvación”. Y para el resto, hay que confiar en Dios. No revela cuándo Jesús vendrá otra vez. “No, Dios solo nos dice cómo es el plan de salvación y qué tenemos que hacer y saber para ser salvados”.
Los peligros
Hay algunos riesgos en el camino hacia el futuro prometido por Dios. “Y Jesús, que lo sabe todo, nos advierte”.
- El peligro de dar demasiada importancia a la riqueza terrenal: Jesús advierte: “Tened cuidado, corréis el riesgo de perder la salvación si la vida terrenal se vuelve demasiado importante para vosotros”.
- El peligro de los falsos profetas: “Muchos presentan hoy el Evangelio como una receta para tener éxito en la vida”, advirtió el Apóstol Mayor contra los falsos profetas.
- El peligro de adormecerse en una falsa sensación de seguridad: A veces se sobreestima el propio poder mientras se subestima el del maligno. “Sed conscientes del poder de la tentación”.
- El peligro de quedarse dormido: “Tened cuidado, porque Cristo vendrá otra vez en el momento en que no lo esperéis”. Algunos habrán esperado tanto, otros dirán: “Viendo la Iglesia así, Jesucristo no puede venir ahora”. Y luego está el riesgo de no estar preparado para su retorno.
- El peligro de la división: Los cristianos se necesitan mutuamente para permanecer fieles hasta la salvación. “Solo pueden resistir la tentación si son uno”.
Orar ayuda
Jesús dice a los creyentes cómo hacer frente a los peligros: “Para evitar todos estos peligros, para ser lo suficientemente fuertes, orad”.
- Alabar y glorificar: “Para no centrarnos en las cosas terrenales, debemos alabar a Dios, a Jesucristo y a su gloria”, subrayó el dirigente de la Iglesia. Entonces uno se da cuenta del amor de Dios. “Cuando conocemos lo grande que es su amor, también lo amamos. Cuando somos conscientes de su gloria, nos damos cuenta de que no hay nada más importante que la gloria de Dios. ¡Queremos llegar allí!”.
- Petición por su palabra: Para resistir a los falsos profetas, ora a Dios: “Danos la verdadera palabra de Dios, la palabra de vida”.
- Petición por la gracia: “Sé que no puedo ganar la salvación. Necesito tu gracia”, sea la oración del creyente humilde que reconoce que debe evitar la falsa seguridad.
- Petición por el retorno: “Como amamos a Cristo, oramos, como dice la Biblia, día y noche: Ven Jesús, queremos estar contigo”, recordó el Apóstol Mayor.
- Petición por la unidad: Quien está aislado no puede salvarse. Por lo tanto, la oración es: “Por favor, ayúdanos a permanecer juntos en Cristo, porque debemos estar juntos en Cristo para ser salvados”.
“Tomemos las advertencias en serio y actuemos en consecuencia”, fue el llamamiento final del Apóstol Mayor.