«En este año, el Señor nos señala nuestro devenir presente y futuro: “Servir y reinar con Cristo”, escribe el Apóstol de Distrito Jürg Zbinden (Suiza). Utilizando la historia de José, explica el lema para 2023.
Ya hoy demostremos que somos servidores de Cristo. Él nos ayuda a vivir su Evangelio en nuestra vida cotidiana y a mostrar a nuestros semejantes cuán grande es el amor de Dios. En Mateo 24:12, Jesús da una indicación decisiva para nuestro tiempo: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. Así pues, donde reine la maldad, se despreciará al Dios trino y también al prójimo. Aquí reconocemos nuestro servicio, que consiste en señalar el amor incondicional de Dios y en confiar en Él.
También estamos practicando el reinar. Con Cristo, nos esforzamos por reinar en nuestros pensamientos y en nuestras acciones. Al fin y al cabo, no se trata de presionar a nuestros semejantes. Mantengamos el control de nuestra propia vida.
Pienso en José, el hijo de Jacob, del que leemos en Génesis 39 ss. Es vendido como esclavo al egipcio Potifar. Potifar ve que Dios está con el joven y lo hace mayordomo de toda su casa. José sirve de manera ejemplar y Dios está con él y lo bendice. Un día, la mujer de Potifar se fija en él y trata insistentemente de seducirlo. José se resiste, diciendo: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”. Tras su negativa, la mujer de Potifar se enoja y lo calumnia. A causa de su fe en Dios y porque quiere tener la conciencia tranquila, José es encarcelado. Pero incluso allí Dios está con él. Después de su liberación, llega a ser lugarteniente del faraón sobre todo Egipto.
Vale la pena reflexionar un poco sobre este relato bíblico, sobre José, que confió en Dios, lo sirvió y no perdió el control de su vida ni siquiera en la tentación.
Como en la vida de José, no todo sale siempre según nuestras expectativas. Esto es lo que me ocurrió cuando quise visitar dos comunidades en Rumania poco antes de Navidad. Tuve que experimentar una lección especial sobre el tema divino de la paciencia. Debido a las fuertes nevadas caídas en Zúrich, no llegué a mi vuelo de conexión en Múnich. Impulsado por el deseo de no perder el vuelo a última hora de la tarde para poder servir a los hermanos y hermanas, me coloqué esperanzado en una fila de viajeros de varios cientos de metros ante el mostrador del centro de servicios. Durante la larga espera, hubo conversaciones interesantes y varias oportunidades de dar testimonio de nuestra fe. Después de más de ocho horas, lo único que recibí fue un vale de hotel y la recomendación de viajar de vuelta a casa en tren al día siguiente. Seguro que podéis imaginaros los sentimientos y emociones con los que estaba luchando. Ahora era el momento de aplicar en la práctica el lema del año. Reinar con Cristo sobre los diversos impulsos del corazón volvió a generar las condiciones para poder servirlo de la manera correcta.
Me alegra mucho que durante este tiempo se nos permita prepararnos para todas las tareas que tendremos al lado de Cristo.