“Yo soy Jehová tu Dios”. Hasta aquí, todo familiar. ¿Pero quién es exactamente? “Nuestro Dios es el Dios que podemos llegar a conocer a través de Jesucristo”, dice el Apóstol Mayor y explica lo que eso significa.
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:2-3). Esta fue la base del Servicio Divino celebrado el 5 de febrero de 2023 en Pointe-Noire (República del Congo).
El Dios de Israel
“Esta palabra es muy conocida, es el comienzo de los mandamientos que Dios dio a su pueblo en el monte Sinaí”, explica el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. “Comienza diciendo al pueblo quién le habla en ese momento”. Y ese es Jehová: el “Señor”, el Creador, Autor y Preservador de toda vida, el “Yo soy” de Éxodo 3:14, que siempre está con su pueblo y el que lo liberó de la servidumbre.
“El Eterno, esperaba que su pueblo lo reconociera como su Dios”. Eso significa: “Debían reconocer que Dios es el Todopoderoso, que dependen totalmente de Dios”. Y: el pueblo debía alabar a Dios y ofrecerle sacrificios. No para ganar su favor, sino para expresar su agradecimiento.
Israel no debía recurrir a otros dioses. Porque eso significaría que su pueblo no confía plenamente en Él, que no se entrega totalmente a Él y que repite el error de Adán y Eva de querer hacerse iguales a Dios.
El Dios de los cristianos
“¿Qué significa este mandamiento para nosotros, los cristianos?”, pregunta el Apóstol Mayor: “También es válido para nosotros. Y Dios también se nos ha revelado, se nos ha presentado. No en el humo, el fuego y los truenos del monte Sinaí”. Sino que “Dios se nos ha revelado a través de Jesucristo, el Hijo de Dios, que vino a la tierra. Podemos conocer a Dios a través de Jesucristo, de su enseñanza y de su persona”.
Así, Jesús enseña que Dios no solo es el Creador, también es el Padre amoroso que conoce y atiende las necesidades de sus hijos. “No seguimos a un Dios que aterroriza a la gente, que castiga a los malvados para que obedezcan”. Sino a “un Padre que nos ama incluso cuando hacemos alguna tontería, cuando desobedecemos”.
Jesucristo es el “Emanuel” de Mateo 1:23 y eso significa “Dios con nosotros”. De hecho, “Jesús compartió toda la vida de los seres humanos, sus alegrías y sus penas, sus sufrimientos, sus desgracias, incluso su muerte, para mostrarles: Estoy aquí, estoy con vosotros”.
El servicio a Dios
“Y el primer mandamiento significa para nosotros que es a Él a quien debemos adorar”, continuó el Apóstol Mayor. “Nos reunimos para el Servicio Divino para alabar, celebrar y adorar juntos a Dios por lo que ha hecho por nosotros, lo que está haciendo por nosotros y lo que hará por nosotros”.
“No debemos tener otros dioses en nuestro corazón, otras cosas que lleguen a ser más importantes para nosotros que Dios”, enfatizó el dirigente de la Iglesia. Jesús advirtió contra el más poderoso de todos los ídolos, Mammón. “No puedes servir a dos señores, tienes que hacer una elección, o sirves al dinero o sirves a Dios”.
“Y finalmente, un último ídolo: el yo”. Que nadie pretenda saber mejor que Dios lo que es bueno o malo. Y que nadie intente dominar a su prójimo imponiendo sus propias ideas y dando más importancia a sus propias necesidades que a las de los demás.
El Apóstol Mayor concluyó: “Dios se nos ha revelado en Jesucristo. Lo adoramos a través de nuestra alabanza, nuestro agradecimiento, nuestra confianza y nuestro amor. Nada es más importante para nosotros que Dios”.