Reinar con Cristo es una forma superior de servicio. Esto es lo que dice el Apóstol de Distrito John Kriel, de Sudáfrica, en su artículo sobre nuestro lema anual. Explica lo que esto significa exactamente diciéndonos qué tenemos que soltar y qué tenemos que retener.
Cuando el Apóstol Mayor anunció el lema para 2023, nos guió específicamente hacia una nueva comprensión de lo que significa reinar con Cristo. Nuestra comprensión mundana de reinar nos haría pensar que se nos dará un poder soberano sobre los demás. Muy al contrario, reinar con Cristo es una forma superior de servir. De hecho, se trata de llevar nuestro servir con Cristo a un nivel nuevo y superior.
Ahora necesitamos ajustar nuestros preparativos a este llamamiento. Tenemos que confirmar o enmendar nuestras decisiones sobre lo que debemos soltar (dejar atrás) y lo que debemos retener (aferrarnos).
¿Qué debemos dejar atrás? Esto incluye
- la justicia propia. El pensamiento de que al reinar con Cristo tendríamos autoridad sobre los demás, es de justicieros, porque el haber alcanzado esta posición no habría sido por nuestra propia justicia ante Dios, sino puramente por la gracia y la misericordia de Dios. Toda adoración, alabanza y glorificación a Dios, y cada vez que guiamos a una persona hacia Él, no sirven para reflejar nuestra justicia, sino únicamente para mostrar a Dios nuestro amor.
- el estatus. Una vez celebré un Servicio Divino de duelo para un hombre fallecido que había sido muy popular. En la Iglesia no cabían todos los que habían venido a darle el último adiós. En un momento dado me dirigí a los portadores de ministerio y ellos cedieron voluntariamente sus asientos a las personas que estaban de pie en la entrada.
Después, recibí una carta de una mujer que escribía: “Si un Pastor está dispuesto a levantarse y cederme su asiento, esta es la Iglesia a la que quiero pertenecer”. Y, efectivamente, se unió a la Iglesia gracias a este gesto de amor. Nuestro estatus puede darnos derecho a algo que consideramos valioso, pero renunciemos a ello si con ese acto podemos beneficiar más a nuestro prójimo. - dar falso testimonio. Dios dio los mandamientos para que podamos vivir en armonía con Él y unos con otros. Hoy en día se dicen muchas cosas malas de las personas en las redes sociales y sin saber si es verdad o no, reenviamos los mensajes. Dejemos de reenviar mensajes electrónicos desagradables o de difundir comentarios malintencionados sobre los demás. Esto es una violación del octavo mandamiento y no contribuye en modo alguno a la unidad ni a la armonía.
Y así, estas son algunas de las cosas que debemos dejar atrás en nuestra preparación para servir y reinar con Cristo. Pero, lo que es más importante, ¿a qué debemos aferrarnos, qué debemos retener?
- La confianza en Dios. Actualmente están ocurriendo muchos acontecimientos devastadores en el mundo. La vida parece caótica. Cada vez se alzan más voces: ¿Dónde está Dios? No nos dejemos llevar por la duda, sino mantengamos nuestra convicción: Dios tiene un plan de salvación para la humanidad. Y lo cumplirá. Su Hijo volverá como prometió. ¡Así será! Mantengamos nuestra confianza en Dios.
- El control de nuestra vida. Debemos preguntarnos: ¿Quién o qué controla mi vida? ¿Es una sustancia? ¿Es otro individuo o un grupo de individuos? ¿Es acaso una forma de pensar? Tomemos el control y reinemos en nuestra propia vida. Si lo hacemos, el Espíritu con el que hemos sido sellados nos guiará en nuestra preparación para nuestro llamamiento divino. Esta es precisamente la razón por la que el Espíritu Santo fue enviado después de la ascensión de Cristo.
- El amor a Jesús. ¡Retengamos activamente nuestro amor por nuestro Salvador! Lo hacemos cuando asistimos a los Servicios Divinos y celebramos la Santa Cena en comunión. Celebrando el Sacramento, profesamos nuestro amor y aprecio por lo que Él ha hecho y lo utilizamos para crecer en su naturaleza. Estar en esta comunión también nos brinda la oportunidad de servir a los demás con los talentos que Dios nos ha dado.
Que durante 2023 hagamos una evaluación continua de lo que debemos soltar y lo que debemos retener en nuestra vida espiritual, de modo que estemos debidamente preparados para nuestro llamamiento, como se destaca en nuestro lema para el año: ¡Servir y reinar con Cristo!