Para preparar su misión a la Luna, los astronautas tuvieron que prepararse para un entorno de gravedad casi nula. El entrenamiento para ello en la Tierra fue muy complejo y costoso. Cuánto tiempo y energía invertimos en prepararnos para nuestra misión futura, se pregunta Joseph Opemba Ekhuya de Kenia (África del Este) en su artículo de En foco.
El Apóstol Mayor ha dirigido este año nuestra atención hacia nuestra misión futura. Como afirma claramente Apocalipsis capítulo 20 versículo 6, nuestra misión tiene dos partes: “Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. La primera parte consiste en llevar a toda la humanidad la palabra de la cruz, el Evangelio, para que todos los seres humanos puedan ser partícipes del mérito de Cristo. La segunda parte atañe a la primera, pero la diferencia está en las condiciones en las que tiene lugar. Pues en presencia de Cristo, el Príncipe de paz, el mensaje de la cruz puede ser transmitido sin ningún obstáculo. Satanás estará atado y a los poderes enemigos de Dios se les habrá quitado todo su poder (Catecismo INA PyR 573).
Como se trata de una misión futura de la que no tenemos mucha información, tenemos que prepararnos intensamente. Esta preparación implica aprender todo lo posible sobre nuestra misión, el campo en que la realizaremos y el carácter de los que participarán en ella.
En la escuela leí sobre los primeros hombres que llegaron a la Luna. Habían pasado varios años estudiando la Luna y el carácter de la atmósfera lunar. Descubrieron que la fuerza de gravedad en la superficie lunar es casi nula. Eso significaba que si iban a alunizar y llevar a cabo una misión, debían estar preparados para funcionar en un entorno de gravedad casi nula. La preparación implicaba simular un entorno similar aquí en la Tierra, experimentar la gravedad cercana a cero y aprender a desenvolverse en ese entorno. También necesitaban el favor y la bendición de su gobierno, porque una misión así es extremadamente cara. Los años de preparación se vieron recompensados con la llegada a la Luna en 1969. Su misión constaba de dos partes: recoger muestras de rocas para experimentos posteriores y dominar las condiciones hostiles de la Luna. En este caso, reinar significa operar sin obstáculos ni restricciones, así como se experimenta aquí en la Tierra.
Nuestra pregunta para 2023, por lo tanto, es: “¿Cuánto tiempo y energía estamos invirtiendo en la preparación de nuestra misión futura?”.