Wolfgang Lütge es asistente espiritual para casos de emergencia en la región de Hanóver, Alemania. En esta entrevista habla de sus experiencias y de lo que lo estresa en su actividad. Explica por qué todos deberíamos ser más comprensivos con los demás.
Usted lleva 15 años trabajando en el servicio ambulatorio de cuidados paliativos y ocho como asistente espiritual para emergencias. ¿Cómo llegó a trabajar en estas actividades?
Hace 15 años, la estación de Diaconía Burgdorf publicó un anuncio en un periódico de Hanóver. Buscaban voluntarios para trabajar como asistentes espirituales en el servicio de cuidados paliativos. Aunque en aquel momento no sabía exactamente qué estudios y qué formación profesional debía tener, presenté mi solicitud.
¿Y cómo llegó a la asistencia espiritual para casos de emergencia?
Por aquel entonces, la Diaconía se puso en contacto conmigo. Buscaban voluntarios. Me preguntaron si me imaginaba trabajando como asistente espiritual para emergencias.
¿Y cómo le fue a partir de allí?
Entonces tuve una conversación con el superintendente. Es el ministro principal de un distrito eclesiástico. Sabía que yo era nuevoapostólico y le preocupaba mucho que hiciera proselitismo. Tuve que prometerle que no lo haría. Después de la conversación con el superintendente, realicé un curso de formación de 14 días en la Escuela Superior Popular de Baja Sajonia en Hermannsburg. Se trata de una institución de la Iglesia Protestante en las landas de Luneburgo.
Tras su formación, empezó a trabajar como asistente espiritual para emergencias. ¿Cómo se desarrolla su trabajo?
Los voluntarios nos inscribimos en una lista de guardia. A las horas que nos anotamos, el centro de control de emergencias nos llama a nuestro teléfono móvil privado. Cuando me llaman, me dicen, por ejemplo, que hay un suicidio o una amenaza de muerte o una muerte súbita en una casa. Entonces voy a ver a los familiares, con la policía o a solas, y les doy la noticia de la muerte. Cuando estoy con los deudos, intento consolarlos y estar a su lado. Llevo una vela conmigo y la enciendo junto con los familiares. Es como un ritual. Eso ayuda y a veces también oro el Padre Nuestro si la persona afectada está de acuerdo. Produce una cierta calma.
¿Qué contiene su equipo de emergencia?
Mi equipo incluye una mochila de emergencia con una lista de varios datos de contacto de ministros a los que luego puedo llamar. En la mochila también hay un mechero y una linterna, ya que a veces tengo que caminar por un terraplén de ferrocarril, y pequeños peluches empaquetados, que son muy buenos para distraer a los niños de las familias. También llevo siempre un paquete de cigarrillos. No fumo, pero a veces la gente quiere un cigarrillo para calmarse. En algunas oportunidades incluso tengo que usar la mochila para protegerlos. Por ejemplo, si una mujer, después de que le haya dado la noticia de la muerte de su marido, empieza a golpearse la cabeza contra la pared, puedo sostener la mochila entre ella y la pared. También llevo en la mochila de emergencia un chaleco de color lila que tiene escrito “asistente espiritual para emergencias” en la espalda. No lo uso en casa, por supuesto, pero sí en actos públicos en los que están presentes los bomberos y la policía. Si no hay policía, siempre me presento directamente a los bomberos como asistente espiritual para emergencias. Con mi chaleco, me reconocen enseguida.
¿También ofrece asistencia espiritual a los servicios de emergencia después de alguna operación de este tipo?
Sí, porque los bomberos a veces ven cosas deprimentes. Por eso, después de una misión siempre vuelvo al cuartel de bomberos para ofrecerles asistencia espiritual.
Acaba de mencionar que los bomberos ven cosas muy deprimentes. ¿Y usted cómo hace para enfrentarse a esas imágenes?
En la asistencia espiritual para emergencias, se puede efectuar una reelaboración de las experiencias cuando el asistente espiritual considera que son demasiado pesadas. En Hanóver existe un centro para ello. En él, la Iglesia Protestante coordina la formación continua y la atención psicológica de los asistentes espirituales. Tienen la oportunidad de recibir atención posterior por parte de un psicoterapeuta.
¿Combina usted el asesoramiento en los duelos con la asistencia espiritual para emergencias?
Sí, por supuesto. Muchas personas se sienten completamente desamparadas. Caen en un gran agujero negro tras la noticia de un fallecimiento y a veces incluso necesitan ayuda profesional. De hecho, deberían acudir a psicoterapia. Pero a veces tengo la impresión de que con nosotros lo que cuenta es: más bonito, mejor, más grande, más lejos. Quizá también podamos ver al coronavirus como una oportunidad en este sentido, que aprendamos a acercarnos de nuevo los unos a los otros. Que ya no tengamos tan a menudo un estado de ánimo de “me da igual todo lo que pasa a mi alrededor”, sino que nos preocupemos de verdad por nuestro vecino, nuestro prójimo. Creo que deberíamos aprovechar esta oportunidad y volver a ser más amables, más cariñosos, más compasivos con los demás.
Una versión más larga de esta entrevista apareció originalmente en la revista de la Iglesia Nueva Apostólica Nuestra Familia, Calendario 2021.