Incluso una pequeña semilla puede desarrollar un gran poder y producir un gran crecimiento. Independientemente de sus dones, sus imperfecciones y su pasado personal, cada creyente también puede ser una fuente de bendición.
El último Apóstol Mayor que visitó la provincia de Misiones, en el noreste de Argentina, fue el Apóstol Mayor Ernst Streckeisen en 1978. Ahora, 45 años después, volvió a llegar el momento: el 13 de octubre de 2023, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider sirvió en Montecarlo a unos 1.000 creyentes de la región y del vecino país de Paraguay.
Cuando Cristo vino a la tierra, el pueblo judío tenía una cierta idea del reino de Dios. Jesús utilizó muchas parábolas para explicar distintos aspectos del reino de Dios. En este Servicio Divino, el Apóstol Mayor Schneider interpretó la parábola del grano de mostaza: “Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas” (Mateo 13:31-32).
Según el Apóstol Mayor Schneider, este grano de mostaza es mucho más pequeño que muchas otras semillas que se utilizan en el jardín y, sin embargo, crece de él una gran planta: “El crecimiento de la semilla no depende de su tamaño. Depende de la vida, del poder contenido en la semilla”.
Pequeña semilla “Jesucristo”
La imagen del grano de mostaza se refiere inicialmente a Jesucristo, dijo el Apóstol Mayor: “Eso es fácil de entender. Vino a la tierra como un recién nacido. Fue acostado en un pesebre. Una pequeña, diminuta semilla, no era nada. E incluso cuando comenzó su actividad, entró en Jerusalén montado en un asno, no como un gran Rey, ni con un poderoso ejército, sino humildemente”.
Sin embargo, nadie pudo detener su obrar. Porque esta pequeña semilla estaba llena de vida divina: “Esta vida divina que vivía en Él y era guiada por el Espíritu Santo iba a cumplir la voluntad de Dios. Y ese fue el poder que hizo posible este maravilloso crecimiento”.
Sin embargo, a los judíos no les gustó la parábola de la pequeña semilla, “porque en su fe los profetas habían anunciado un Mesías, pero anunciaron que el Mesías sería un árbol maravilloso, grande y alto”.
Cristo no pudo confirmar la imagen que tenían del Salvador: “Él mismo era un árbol de mostaza, no un magnífico cedro, pues incluso al final de su camino siguió siendo una persona humilde. Lo colgaron de una cruz y era débil. Estaba solo, abandonado. Eso no tiene nada que ver con un magnífico árbol”.
Todos los seres humanos recién podrán ver su poder y su gloria en el retorno de Jesús.
Pequeña semilla “Iglesia de Cristo”
El reino de Dios también es comparado una y otra vez con la Iglesia de Cristo. La imagen de la pequeña semilla de mostaza también puede ser aplicada aquí, dijo el Apóstol Mayor Schneider: “Para establecer su Iglesia en la tierra, Jesús llamó a unos pocos discípulos, un pequeño rebaño. No eran cultos, eran pescadores u otras personas, en realidad, el sector más bajo de la sociedad”.
Pero en cuanto los Apóstoles comenzaron a trabajar, el poder y la vida de esta semilla se desplegaron: “Durante todos estos siglos, la Iglesia de Cristo siguió creciendo y muchísimas personas de todas las naciones creyeron en Jesucristo y decidieron seguirlo”. Este desarrollo solo fue posible gracias a la presencia del Espíritu Santo y al cumplimiento del encargo que Cristo dio a los Apóstoles.
Pero la Iglesia de Cristo también es un árbol de mostaza y no un magnífico cedro: “Lo único que puedo ver son pecadores imperfectos”. La parte visible de la Iglesia refleja las imperfecciones sus miembros. La gloria plena de la Iglesia recién se revelará en la nueva creación.
Pequeñas semillas “los creyentes”
“Desde el principio, Dios se sirvió de pequeñas semillas para cumplir su misión”. Así, la imagen de la pequeña semilla de mostaza también puede ser aplicada a los creyentes. El Apóstol Mayor Schneider citó dos ejemplos de la Sagrada Escritura:
- Moisés: un criminal que no sabía hablar correctamente.
- Pablo: al principio un opositor a la Iglesia, tampoco un gran orador y, además, estaba siempre enfermo.
Ambos podrían describirse como una pequeña semilla, pero en cuanto se dejaron guiar por la voluntad de Dios, ambos se convirtieron en una gran fuente de bendición para todos los creyentes, hasta nuestros días. Los creyentes podrían decir: “Dios, soy tan débil. No tengo dones especiales”. Sin embargo, se puede aplicar a todos: “Si nos dejamos guiar por su Espíritu y estamos decididos a hacer su voluntad, Dios puede hacer de nosotros una fuente de bendición para los demás, independientemente de nuestros dones, nuestras imperfecciones y nuestro pasado”.
Incluso los creyentes primero son totalmente imperfectos y recién después de la resurrección se revelará su gloria.