El Apóstol Mayor celebra el Servicio Divino de Fin de Año en una iglesia de estilo Bauhaus. Una persona que conoce bien la iglesia, la comunidad y la ciudad es Manfred Bayer, conocido como Manne. El guía nos enseña su ciudad favorita: Tubinga.
Huele a madera y, aunque todo se ha limpiado previamente, se ven virutas de madera por todas partes. Los tablones sirven de bancos y se colocan periódicos para evitar las astillas. Manne Bayer, Evangelista de Distrito en descanso, puede hablar del primer Servicio Divino nuevoapostólico que tuvo lugar en Tubinga como si él mismo hubiera estado allí.
A Manne Bayer le fascinan las historias desde pequeño. “A partir de los diez años crecí en el centro del casco antiguo”, dice este hombre de 81 años. Durante su vida laboral, solía enseñar la ciudad a sus amigos como pasatiempo. Cuando llegó la jubilación, lo tuvo claro: “No voy a coleccionar estampillas”. Y así empezó su primer recorrido oficial por la ciudad el 7 de junio de 2008, solo unos días después de que el jubilado fue colocado en descanso en la Iglesia. “Una transición perfecta”, dice sonriendo.
Historia que se puede tocar
Comparte su amor por la ciudad con los turistas. Les enseña el castillo de Hohentübingen, desde donde se divisa una maravillosa vista de la sierra Jura de Suabia. Luego los lleva a la colegiata evangélica y al ayuntamiento, que se encuentran allí desde 1435: “Tócalas, siguen siendo la misma casa, las mismas vigas que se talaron hace 500 años en la Selva Negra y flotaron por el río Neckar hasta Tubinga”.
En Tubinga se encuentra una de las universidades más antiguas de Alemania. “Muchas personalidades han aprendido y enseñado en esta universidad: Johannes Kepler, Philipp Melanchton y Friedrich Hölderlin. “Todas personas que se hicieron un nombre en Tubinga”. Algunos nombres figuran incluso en el himnario en alemán de la Iglesia Nueva Apostólica: Albert Knapp y Friedrich Silcher.
Una ciudad joven y antigua
“Somos una ciudad joven y antigua. Esto se percibe a través de todas las calles y callejuelas, a través de la vida”. Hoy hay unos 28.000 estudiantes entre los 91.000 habitantes. Esto caracteriza a la ciudad, pero también a la comunidad: “Están bien integrados. Algunos estudiantes simplemente se vuelven activos en su fe gracias a la influencia de otros compañeros. Aquí reciben un nuevo impulso”. Por ejemplo, cuando la iglesia vuelve a oler a especias durante días porque los estudiantes han organizado una velada para cocinar.
“El anuncio de la palabra es actual, está en sintonía con los tiempos y todos pueden sentirse aludidos”, dice Manne. Al joven dirigente de coro le gusta hacer cantar cantos modernos, pero tampoco se descuidan los temas antiguos.
“Lo bueno de Tubinga es que lo moderno y lo conservado históricamente se complementan de maravilla”, dice Manne Bayer. Cuando se renueva o se construye una casa en el centro histórico de la ciudad, se hace con la condición de que su exterior se integre en el entorno. “Adentro puedes hacer lo que quieras, puedes construir un tobogán o un ascensor”. Esto es lo que hace que la ciudad sea tan acogedora, tan hogareña y atractiva. “En Tubinga no somos un museo, todo está vivo”.
Tras las huellas de un pionero
A Manne también le gusta llevar a los lectores de nac.today a dar un paseo por Tubinga, como hizo Jakob Lamparter cuando era un joven Diácono y fue enviado a Tubinga. “Era un joven pintor y en realidad quería ir a Suiza para dedicarse a su profesión”, cuenta. Pero el Anciano de Distrito le dijo: “No, vaya a Tubinga y funde allí una comunidad”.
En la Pascua de 1908, el joven bajó del tren en la estación de Tubinga y recorrió la ciudad, que le resultaba completamente extraña. “Cuando casi había llegado al final, se animó y tocó el timbre en algún sitio”. Así consiguió una habitación, un trabajo y muy pronto también hermanos y hermanas: en noviembre de 1908 pudo ser fundada la comunidad y Jakob Lamparter recibió el encargo de dirigente.
Veinte años más tarde, la comunidad, que entretanto había crecido considerablemente, recibió su propia iglesia en la calle Brunsstrasse 24. El edificio, de estilo Bauhaus, causó un gran revuelo en el mundo de la arquitectura. “Y nuestro Apóstol Mayor vendrá a esta joya en la víspera de Año Nuevo”, dice Manne con alegría.