La doctrina sobre los difuntos, el ministerio de Apóstol, el renacimiento de agua y del Espíritu. Los Servicios Divinos dominicales del mes de julio tratan temas nuevoapostólicos tradicionales, ¡pero también hay sorpresas!
La ayuda solo viene de Jesús
La intercesión por sí sola no es suficiente. Esto se explica en el Servicio Divino en ayuda para los difuntos del primer domingo de julio. El texto bíblico utilizado es: “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).
“Invocar el nombre del Señor” significa creer en Dios, en su existencia, en su cuidado, en su ayuda y en la salvación que ofrece, en su perfección, misericordia y justicia. En efecto, solo la gracia de Dios puede salvar a los vivos y a los muertos.
La honra solo se le debe rendir a Dios
Los Apóstoles son seres humanos y únicamente su encargo es divino. El segundo domingo de julio lo pone de manifiesto. La ocasión: el 14 de julio se recuerda cuando nuevamente fue cubierto el ministerio de Apóstol. En este día de 1835, los dirigentes de las comunidades católicas apostólicas de Londres consagraron para su servicio a los primeros Apóstoles de los tiempos modernos.
Sin embargo, esto no es motivo para glorificarlos. Así lo demuestra el pasaje bíblico de Hechos 14:14-15. Pablo y Bernabé sanan a un enfermo y de repente son adorados como dioses. Ambos Apóstoles se defienden vehementemente contra esto.
El mensaje: Los Apóstoles de Jesucristo rechazan estrictamente ser adorados como dioses, confiesan su humanidad y la pecaminosidad asociada a ella, se saben llamados por Dios e intentan realizar su servicio con humildad. Sin embargo, esto también impone una tarea a los creyentes.
El Bautismo es solo el principio
El Bautismo es necesario para la salvación y, por lo tanto, es dispensado tanto a los vivos como a los muertos, con total independencia de su origen, su tradición, la condición física o la orientación sexual. Esta es la interpretación nuevoapostólica, según la cual por el Santo Bautismo con Agua es perdonado el pecado original y el bautizado es integrado al cuerpo de Cristo, es decir, a la Iglesia de Cristo.
Pero esto es solo el principio. Al fin y al cabo, es el comienzo de una misión para toda la vida: honrar el nombre de Cristo con palabras y acciones como cristianos. Este es el tema del tercer domingo de julio, que se centra en lo sucedido a Felipe y el eunuco de Hechos 8:36 y 38.
No más que un derecho
Cada ser humano se puede dirigir a Dios como Padre. Dios no es masculino ni femenino. Se ocupa de todos con el mismo amor, como padre y como madre. La Biblia lo atestigua una y otra vez.
Esta es una de las caras del texto bíblico en torno al cual gira el cuarto domingo de julio: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1).
La otra cara es la dimensión espiritual de la filiación divina en relación con el Santo Sellamiento: los creyentes que han renacido de agua y del Espíritu y orientan su vida hacia el retorno de Cristo, proclamarán el Evangelio a vivos y muertos en el reino de paz y también heredarán la vida eterna. Esto ha sido siempre el núcleo de la fe nuevoapostólica.
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