Son responsables de las comunidades, los distritos y aún más. El Apóstol Mayor pone una guía en manos de los portadores de ministerio que tienen a su cargo las comunidades, que dice: «Compartimos los padecimientos de Cristo». Cómo es que esto no duele tanto, lo explicó recientemente en Sudáfrica.
«Los dirigentes de comunidad cumplen una función clave en nuestra Iglesia», con estas palabras saludó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el jueves 15 de diciembre de 2016 a todos los dirigentes de comunidad de la Iglesia regional Cabo y sus esposas en Tafelsig, el edificio de una iglesia más grande del mundo en la Iglesia Nueva Apóstolica. El Servicio Divino estuvo bajo el texto bíblico: «Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto» (1 Pedro 5:1-2).
Los padecimientos de Cristo …
Primero el Apóstol Mayor se refirió al concepto «Anciano»: en la Iglesia del primer tiempo no hacía referencia a un ministerio, sino a una función de conducción en una comunidad como parte de la Iglesia. Sólo por este motivo en la carta el Apóstol se consideraba un «anciano también con ellos». «Efectivamente, todos nosotros somos Ancianos, pues somos responsables de una parte de la Iglesia».
En el centro de su prédica, el Director de la Iglesia puso los padecimientos de Jesús, cuyo testigo fue el Apóstol Pedro, pues Jesús no fue comprendido ni por su propia familia. Fue criticado como hacedor de milagros, aunque lo único que quería era ayudar y sanar. Y se encontró con desagradecimiento, rechazo y traición.
… percibirlos …
«Como responsables de la Iglesia debemos ser conscientes de los padecimientos de Cristo por los hijos de Dios», exhortó el Apóstol Mayor Schneider y haciendo que los portadores de ministerio dirigiesen su mirada a las comunidades, dijo:
- «Aunque un hermano o una hermana sean muy especiales, muy difíciles, no olvidéis que para Jesús fueron tan valiosos como para entregarse a la muerte».
- «Cuando alguien sufre, Jesús sufre con él. Esta es nuestra primera motivación para ayudar, consolar y apoyar».
- «Jesús padece también hoy cuando un hijo de Dios se pierde. Hagamos todo lo posible y también lo imposible para motivarlos a que vuelvan».
- «Él sufre cuando la salvación no está en el centro de nuestras obras. Jesús quisiera que nos concentremos en lo esencial».
- «Jesús limpió el templo porque allí se hacían negocios. Él sufre cada vez que alguien quiere utilizar la fe y la Iglesia para otro motivo que la redención».
… y compartirlos
Ser un testigo de Cristo, como dice el texto bíblico, también significa compartir los padecimientos de Cristo:
- Cumplir las tareas hasta el final: un ministerio significa mucho trabajo y mucho sacrificio. Y a veces viene el pensamiento: «Oh, Señor libérame de esta carga». Pero el amor de Jesús ayuda a superar obstáculos.
- Superar el desaliento: aunque dolorido por su fracaso en Jerusalén, Jesús cumplió la voluntad de su Padre. «Este es el éxito que buscamos, no el dinero ni los números ni la gloria».
- Poner la crítica en su debido lugar: «No actuamos para ser aclamados y felicitados por los hombres. Trabajamos para complacer a Jesucristo. Y mientras lo sirvamos por amor, estará contento con nosotros».
- Tomar parte: «No seamos simplemente asistentes espirituales profesionales: ir, hacer el trabajo e irse. No, como amamos al hermano y la hermana, compartimos su dolor».
«No trabajamos para tener gloria o dinero o alguna otra recompensa aquí sobre la tierra. Nuestra meta es compartir la gloria de Jesucristo en su reino», destaca el Apóstol Mayor para terminar. «A través de nuestra propia evolución personal, las personas deben poder reconocer qué poderoso es Cristo, qué poderoso es Dios».