De noche en Jaboc: Jacob lucha con el ángel
Luchar contra la muerte y el diablo. Los cristianos conocen este llamamiento. ¿Pero luchar contra un ángel? ¿Cómo es eso? Una vieja historia contada como nueva.
Jacob fue uno de los patriarcas del Antiguo Testamento. Luchó contra el ángel o mejor dicho: «con el ángel», informa la Escritura. Aquí toda la historia contada en forma breve: Dos hermanos, Jacob y Esaú, se habían separado por peleas, estaban enemistados. No sólo eran totalmente diferentes, sino que se odiaban profundamente. Sus caminos fueron en diferentes direcciones y después de años de separación debían volver a reunirse. Reinaba entonces una atmósfera que ardía. Es de imaginar.
En la noche antes del encuentro con Esaú, Jacob estaba sentado solo junto al Jaboc, un río de Jordania, cerca de Amán. Allí fue atacado por un varón desconocido. Cuando el atacante notó que no podía doblegar a Jacob, lo dejó pero lo hirió en la cadera. Jacob –fuerte e inteligente– sintió que estaban actuando los poderes de Dios. Sujetó al desconocido y le pidió por bendición: «No te dejaré, si no me bendices». Una historia delicada de relaciones. Jacob superó esa lucha triunfante, pero cojeando. Al final hubo un nuevo nombre: Jacob se convirtió en Israel (Génesis 32). Para el pueblo que siguió, que llevaría ese nombre, esta historia tiene una importancia inmensa y le muestra el camino a seguir.
El nombre es programa
¿Por qué un cambio de nombre? Está a la vista: en la antigüedad, los nombres servían de característica de identificación para una persona. Como el nombre, así era la persona. Jacob, por ejemplo, alude a intriga, engaño, comportamiento erróneo. Israel, en cambio, es el que lucha con Dios, un luchador de Dios. Jacob consiguió bendición para sí, Israel imploró por ella. Jacob la buscó con astucia, Israel luchó limpiamente con la cara descubierta. Jacob, el engañador, se convirtió en Israel, el luchador: un nuevo nombre, una nueva identidad, una nueva autoridad.
Cristiano no es sólo un nombre
En cierta medida, esto es válido todavía hoy. ¿Qué hacen los cristianos con semejante historia? Es obvia la interpretación del nombre, pero ¿que es un cristiano? Y: ¿está Cristo dentro de quien se dice cristiano? Preguntas complicadas. Aquí algunas respuestas siguiendo una secuencia casual:
- Los cristianos creen en Dios, lo glorifican, confían en Él, lo adoran.
- Los cristianos piden a Dios por bendición y saben que esta no se puede comprar con nada.
- Los cristianos creen en la buena creación de Dios, la preservan y la tratan con respeto.
- Los cristianos son personas que tratan con respeto a otras personas aunque estas sean diferentes.
- Los cristianos ayudan a los caídos, dan limosnas, no se enriquecen a costa de otros.
- Los cristianos luchan en contra de la injusticia, defienden la paz, eligen el amor.
- Los cristianos creen en milagros y que ellos mismos son un milagro.
- Los cristianos miran con esperanza hacia adelante y tienen ganas de que llegue el futuro.
- Los cristianos se dejan convertir en mejores personas glorificando así el nombre de Dios.
Respuestas hay muchas aún. Dar cada día una nueva, está en nuestras manos…
Foto: Oliver Rütten