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La salvación, el «premio mayor» en el cielo

febrero 28, 2017

Autor: Peter Johanning

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En la actividad económica sería impensable que: ¡un producto que es bueno no cueste nada! Dios lo ofrece: es su salvación. No se la puede comprar, se la recibe de regalo. Sobre esto tratan los Servicios Divinos nuevoapostólicos en el mes de marzo.

En el primer domingo de marzo, los cristianos nuevoapostólicos celebran tradicionalmente su Servicio Divino en ayuda para los difuntos. Para la mayoría de las comunidades son Servicios Divinos de conmemoración: se recuerda a personas fallecidas. Muchas veces previamente, en una hora de recogimiento con la comunidad, se recuerda a las personas fallecidas, ya sea a las que vivieron en la vecindad o las que, por el motivo que fuere, perdieron su vida trágicamente. Allí donde los Apóstoles de Distrito celebran el Servicio Divino, ellos dispensan los Sacramentos de la Iglesia tanto a los creyentes de este mundo como en el más allá.

¿Qué es, en realidad, la salvación?

La salvación es lo opuesto al mal y la desgracia, por lo que es salud, dicha, perdón. En el contexto cristiano se encuentran en la Escritura conceptos como socorro, protección, redención. Según la fe cristiana, la salvación está en Jesucristo. «Verdaderamente éste es el Salvador del mundo», dijeron los más bien despreciados samaritanos (Juan 4:42). Y en los Hechos de los Apóstoles dice que en ningún otro hay salvación, más que en Él, el Cristo.

Seguirlo, confiar en Él, creer en su muerte y su resurrección, son las condiciones previas para poder recibir salvación divina. El hombre debe creerlo –más no. Pero el ofrecimiento de salvación de Dios está dirigido a todas las personas con independencia de su origen, inteligencia o posición social. Cada ser humano puede tener acceso a la salvación de Dios. Pero antes tiene que reconocer su propia necesidad y rogar por su salvación.

Fe y Sacramento

Ambos van juntos: la fe y el Sacramento. Ambos tienen un significado fundamental para la salvación. Ambos dejan libre el camino hacia la redención. Sin la fe en la importancia de los Sacramentos no se desarrollan los efectos de salvación vinculados con ellos.
Una fe así es más que «ir a la Iglesia» regularmente, esto no alcanza. ¡No se trata de venir, se trata de tener fe! La fe tiene que ser viva y estar fundamentada profundamente en Cristo. Entonces también será portadora de la siembra de las buenas obras.

Mantener la vinculación

¿Qué es la vida? Para muchos no es precisamente un barco de lujo. Apuros, adicciones, enfermedades son los verdaderos azotes de la humanidad. En lugar de distinción y riqueza, dificultades y pobreza. E incluso el que está en el lado soleado de la vida tiene todos los motivos para acordarse conscientemente de que sin la salvación de Dios a la vida le falta la dicha suprema. A una vida que sólo tiene ojos para lo pasajero y material, le falta la vinculación con Dios, el Creador y Sustentador de la vida.

El que quiere alcanzar la vida eterna, aspira estar en comunión con Dios. Para decirlo con Lucas: Mejor es edificar una casa sobre un fundamento bueno y firme. «Y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca» (Lucas 6:47-48). El hombre no se ganará el mundo, no hay un precio de compra para la vida: el «premio mayor» está en el cielo.

Sufrir y triunfar

Y después comienza el tiempo de pasión. Con el último domingo de marzo comienza en el calendario litúrgico el tiempo previo a la Pascua. El sufrimiento y la muerte de Jesucristo ocupan el punto central. Él, el Hijo de Dios, recorrió el camino hacia la cruz, preguntó por la voluntad de Dios y la siguió. Estas fueron las bases de su envío.

Y es similar a lo que rige para los cristianos hoy: aun en su debilidad deben seguir al Señor, preguntar por la voluntad de Dios y obrar en forma acorde a ella. Y no por último la misión cristiana es interceder por otros e informarles acerca de la salvación.

Foto: anyaberkut

febrero 28, 2017

Autor: Peter Johanning

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