En 1921 se separaron – en 2017 volvieron a encontrarse. La interacción reconciliada fue el núcleo de la reunión de reconciliación entre la Comunidad Apostólica y la Iglesia Nueva Apostólica.
Distrito de Apóstol Dresde: así se llamaba la Iglesia Nueva Apostólica hace 96 años en esta parte de Alemania. Era dirigida allí por los Apóstoles Carl August Brückner y Max Ecke. Junto con otros 6000 miembros de las comunidades estos se separaron del resto de la Iglesia y de allí en adelante formaron la Liga de Comunidades Apostólicas Reformadas (RAG). El Apóstol Mayor Hermann Niehaus, que en aquella época conducía la Iglesia Nueva Apostólica, escribió al respecto a sus comunidades: «Con mucho dolor os doy a conocer que queda relevado del ministerio de Apóstol el Señor Carl August Brückner y se lo excluye de la Iglesia Nueva Apostólica». Su consecuencia fue un largo tiempo de silencio, desilusión y rencor.
Leitmotiv reconciliación
Pero del todo el hilo no se rompió. Precisamente en los últimos años hubo reiterados contactos. Y finalmente, las rondas de conversaciones oficiales que duraron largos años entre los Apóstoles de la Iglesia Nueva Apostólica y la Unión de Comunidades Apostólicas (VAG) logró el gran avance, imponiéndose el pensamiento de reconciliación que se convirtió en el leitmotiv de las conversaciones conjuntas. «La Comunidad Apostólica y la Iglesia Nueva Apostolica quieren esclarecer su relación conjunta, reconciliarse entre ellas y avanzar hacia el futuro valorándose mutuamente». Así dice la frase clave de la declaración de reconciliación con la VAG del año 2014.
2017, el año de la conversión
2017 será para la relación entre las dos Iglesias apostólicas de Sajonia y Turingia un año de conversión. En Greiz im Vogtland, donde hay una gran capilla de la Comunidad Apostólica, el Apóstol Matthias Knauth como el anfitrión, manifestó sus deseos y metas para el futuro. Se sirvió de palabras personales, cuando comunicó que está en la Liga de Comunidades Apostólicas Reformadas por haber encontrado en ella su patria. «Las divisiones en la cristiandad constituyen un escándalo. Son obstáculos en el camino a la unidad en Cristo», fue su conclusión. Por eso las comunidades apostólicas deberían ser buenos ejemplos y terminar con los enojos y las disputas. Asimismo acentuó que la declaración del entonces Apóstol Mayor Wilhelm Leber sobre el mensaje de Bischoff fue un auténtico punto de inflexión en la relación entre ambas Iglesias. «Esto cambió las cosas». Para él este proceso de reconciliación significa ahora: «Nos perdonamos mutuamente la culpa, no nos haremos nuevas heridas, hablaremos juntos y oraremos unos por otros».
Reconciliación, un regalo de Dios
El Apóstol de Distrito Wolfgang Nadolny, quien como vocero de los Apóstoles de Distrito alemanes y con los saludos del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider tomó el micrófono, subrayó esta iniciativa. El certificado de reconciliación es una línea final debajo de un pasado doloroso en común. «Hemos logrado la reconciliación. El encargo para esta reconciliación lo hemos recibido de nuestros hermanos y hermanas en la fe. Pero quien realmente nos dio el encargo es Jesucristo, nuestro Señor y Salvador». Naturalmente, expresó el Apóstol de Distrito, uno se podría preguntar por qué esta reconciliación tuvo que durar tanto. Su respuesta fue: «La pelea en la familia siempre es más dolorosa que la pelea con extraños».
El director de la Central Ecuménica de la Comunidad de Trabajo de la Iglesias Cristianas de Alemania, el cura Bernd Densky, se refirió también, muy feliz, a los pensamientos expresados. La reconciliación es un regalo de Dios. Y donde esta ocurre, se alegra el Señor. «Y ahora está aquí por escrito y debe desarrollar sus efectos».
Reconciliación en lugar de conflictos
A los alrededor de 150 espectadores les fue entregada en manos la declaración de reconciliación ya firmada. En ella dice, entre otros conceptos, que ambas partes hoy son de la convicción de que la separación se hubiese podido evitar. Faltó, sin embargo, una clarificación efectiva e intensa por medio de conversaciones directas y una voluntad de reconciliación determinante y perdurable en ambas partes. «Ambas Iglesias lamentan la forma no efectiva e hiriente de los conflictos. Conjuntamente consideran laudable que con esta declaración se pueda cerrar con paz otro capítulo de la historia en común».