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Viernes Santo: la declaración de amor de Dios

abril 13, 2017

Author: Oliver Rütten

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Dios aspira la comunión incorruptible con los seres humanos. Para eso transita por numerosos caminos, pasando incluso por el camino de la cruz. Él no presiona, no es un deber, ni una obligación: Dios ama primero y sin límites.

Viernes Santo es el símbolo del amplio amor de Dios. Nada hace más tangible la voluntad de Dios, más conscientes sus pensamientos de redención, que el acordarse del envío de su Hijo al hombre pecador. Jesús entra en acción, padece, muere … y ama.

El amor tan único de Dios

El amor de Dios es único en múltiples aspectos: es tan enorme que Dios sacrificó a su Hijo: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Esta es la declaración de amor de Dios más conocida, tomada de la conversación que Jesús mantuvo con el fariseo Nicodemo hace 2.000 años.

Mas el amor de Dios también es único considerando el momento en el que Él lo brinda. La misericordia del Todopoderoso está antes que todos los pecados, pero también antes que todas las buenas obras: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados» (1 Juan 4:10).

Y el amor de Dios es indestructible: ni la caída en el pecado en el paraíso ni las múltiples rupturas en el curso de la historia de la humanidad hacen que el amor de Dios hacia el hombre vacile. Dios ama permanente e ilimitadamente al mundo que le es hostil de múltiples maneras. Esto es el amor de Dios y al mismo tiempo, practicar el amor al enemigo.

Hijo unigénito de Dios

«Padeciendo y muriendo, Cristo, el Mediador, reconcilia a los hombres con Dios y procura redención del pecado y la muerte. Así se cumplió la palabra de Juan el Bautista: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Por su muerte en sacrificio, el Señor quebró el imperio de Satanás y venció a la muerte (Hebreos 2:14). Como Jesucristo había vencido todas las tentaciones de Satanás, pudo, por no haber cometido ni un solo pecado, tomar sobre sí los pecados de toda la humanidad (Isaías 53:6) y por su sangre obtener un mérito por el cual pudo ser redimida toda deuda del pecado: su vida, entregada por los pecadores, es el precio del rescate. Su muerte en sacrificio hace accesible al hombre el camino a Dios», así lo sintetiza el Catecismo nuevoapostólico (Catecismo INA 3.4.9.5). Cristo es el camino, no el hombre por su fuerza, su sabiduría, su naturaleza, sus ideas.

Fe en Cristo que salva

«El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios» (Juan 3:18). La ayuda divina está en primer lugar; recién después viene la advertencia. La fe en el Crucificado lleva a la eterna comunión con Dios. ¡Dios quiere salvar, Él no quiere condenar! ¡Dios quiere guiar, Él no quiere tentar!

Salvación para todos los hombres

«El obrar de Dios tiene como objetivo hacer accesible la salvación a la humanidad. Su voluntad de salvación está dirigida a todos los hombres en el pasado, el presente y el futuro» (Catecismo INA 10). La eterna comunión con Dios y la victoria sobre el mal … esta es la voluntad de Dios. Dios ama, ayuda y y salva sin límites. Para Dios ningún sacrificio fue ni es demasiado grande.

Viernes Santo es el día en el que el amor de Dios despliega toda su grandeza.

Recordándolo, el Viernes Santo puede hacer quedar en silencio al hombre cristiano, conmemorando la muerte en la cruz, conociendo el amor inextinguible y esperando la vida eterna junto a Dios.

Foto: arybickii

abril 13, 2017

Author: Oliver Rütten

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