El lavacro de pies, «un hecho muy corto pero con gran contenido», dice el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Y «entendamos esta lección y pongámosla por obra. La bendición será grande».
«Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después». Este texto bíblico de Juan 13:7 fue el punto central del Servicio Divino del 24 de febrero de 2017 en Nelspruit (Sudafrica).
El contexto: En la cena, Jesús sorpresivamente lavó los pies a los discípulos. Y Pedro no quiso permitir que el Señor hiciera en él este trabajo de esclavo. Cuando Jesús puso en claro que tenía que ser así, Pedro quiso que también le lavase las manos y la cabeza.
En el tiempo de la fe
«Dios no nos puede explicar siempre qué es lo que está haciendo. Incluso si lo explicara, no lo podríamos entender», manifestó el Apóstol Mayor. «Nosotros sólo somos seres humanos y Él es el todopoderoso Dios».
Sin embargo, «conocemos a nuestro Padre celestial. Él nos quiere llevar a su reino. Por eso confiamos en Él». Cuando la Obra Redentora esté consumada, todas las preguntas se habrán clarificado. «Pero hoy vivimos en el tiempo de la fe y la confianza».
Una fuente de bendición
Pedro quiso imponer a Jesús, primero, qué debía hacer, y después, cómo lo debía hacer. «Sí, así somos a veces», mencionó el Director de la Iglesia citando algunos ejemplos actuales de tales exigencias: una vez la Iglesia tendría que trabajar de otra manera, entonces estas reglas y aquellos hermanos en la fe tendrían que cambiar. «Seamos humildes. Jesús nos quiere salvar, y se lo dejamos hacer como Él quiere».
Cuando les lavó los pies, Jesús quiso enseñar algo especial a sus discípulos. Hubiesen necesitado un momento para entenderlo. Pase lo que pase en nuestra vida, también hoy es válido: «en lugar de estar molestos o reaccionar con reproches, preguntémosle al Padre celestial: ‘¿Qué me quieres enseñar?'». Ese es el camino en el cual hasta la peor tentación puede convertirse en una fuente de bendición.
Seguir el ejemplo
Tres cosas quiso enseñar Jesús a los discípulos con el lavacro de pies, mencionó el Apóstol Mayor:
- El Hijo de Dios había venido a la tierra para servir y cumplir la voluntad de su Padre.
- Cristo tuvo que dar su vida para lavar los pecados de los hombres.
- Después del lavamiento del Bautismo para lavar el pecado original, también es necesario el perdón de los pecados individuales.
El lavacro de pies también tiene preparada para los creyentes de hoy una triple enseñanza:
- La elección como hijo de Dios está vinculada con un deber. No se trata solamente de ser salvos nosotros mismos, sino de hacer un aporte al plan de salvación: «Debemos demostrar que el Evangelio aún sigue siendo válido en este tiempo».
- Jesús quiere que uno sirva al otro. De esto no sólo forma parte orar unos por otros y consolarse unos a otros. «Estamos dispuestos a renunciar a ciertas cosas, por causa de la paz y la unidad en el pueblo de Dios».
- «Todos nosotros, sin excepción, somos pecadores y seguiremos siendo pecadores. Pero Dios espera de nosotros que perdonemos a nuestro prójimo» –tantas veces como sea necesario.
La conclusión del Apóstol Mayor: «Esto es lo que Jesús nos quiere enseñar: ‘Yo lo hice por vosotros, ahora hazlo por mí y vuestro prójimo'».