Incluso en la aflicción y el dolor, hay tantos buenos motivos para alabar y glorificar a Dios. ¿Realmente? Y ¿cómo se pueden demostrar en la práctica el agradecimiento y la glorificación? Indicaciones de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
Casi frase por frase el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider fue aclarando el extenso texto bíblico que sirvió de base al Servicio Divino del 26 de febrero de 2017, en Durban (Sudáfrica): «Alabad a JAH, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza. Jehová edifica a Jerusalén; a los desterrados de Israel recogerá. Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas. Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres» (Salmos 147:1-4).
Dios edifica
Jerusalén «es el lugar donde Dios quiere salvar a los pecadores», desde la visión cristiana es la Iglesia de Cristo, cuyo origen y evolución, si fuese necesario, se pueden explicar tanto por la historia de una organización humana como por el desarrollo de la Iglesia Nueva Apostólica. Pero, «tenemos el reconocimiento de que no es la obra del hombre. Es la Obra de Dios».
Por virtud del Espíritu Santo, personas débiles preparan a otras personas débiles para la eterna comunión con el Señor. «Esta es la gloria de Dios en su Obra. Y si lo vemos así, podemos decir: ‘¡Alabad al Señor!'». Por eso, «veamos a la Iglesia como la Obra de Dios».
Dios recoge a los desterrados
Para ser salvos, los hombres deberían ser parte de la Iglesia. No es solamente un grupo de personas que comparten determinados valores. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, cuyos miembros están firmemente vinculados entre sí.
«La unidad de la Iglesia no es únicamente un pacto de no agresión», destacó el máximo dirigente internacional de la Iglesia el crecer todos juntos en la naturaleza de Cristo: «Cuanto más cerca cada uno de nosotros esté de Jesús, más firme será nuestro ser uno». Esto también es resultado del obrar divino: «Alabad al Señor por el obrar del Espíritu Santo, quien nos permite alcanzar el ser uno en Cristo».
Dios sana a los quebrantados de corazón
«Mi corazón se quiebra cuando veo las tribulaciones por las que deben pasar muchos hijos de Dios». A veces ya es doloroso solamente escuchar sobre ello. «Y si seguimos mirando más allá de nuestro círculo, en el mundo y en el más allá … a veces es terrible lo que pasa».
Y no obstante, «Dios puede consolar a todos ellos. Por el Espíritu Santo todos ellos pueden experimentar su amor», mencionó el Apóstol Mayor. «Alabad al Señor. Su amor es tan grande que puede consolar a todos los seres humanos, sea lo que hubieren experimentado».
Dios venda las heridas
«El pecado es como una flecha», que acierta e hiere. «Y entonces viene Dios y trata esa herida» –con su gracia. Pero muchas veces queda algo: una cicatriz. «Ya no es peligrosa, pero cuando una toca la cicatriz, duele».
«Dios ha perdonado, pero el pecador debe arreglarse con las consecuencias de su proceder», explicó el Director de la Iglesia la imagen de la cicatriz. Al mismo tiempo, «no es nuestra tarea mostrar la herida o andar tocándola para hacer sufrir a los pecadores». Dios quiere sanar. «Él nos necesita para hacerles sentir el amor de Jesucristo; esa es nuestra tarea». También esto es una forma de alabar a Dios.
Dios cuenta el número y llama por su nombre
«Dios conoce a cada alma. Y cada una es más valiosa para Él que toda la creación», explicó el Apóstol Mayor Schneider. «Él sabe todo sobre cada alma y ama a cada una».
«Tenemos tantos motivos para honrar la gloria de Dios y alabar el amor y la gracia de Jesucristo», fue la conclusión. «Confiad en Dios. Él es más grande que todo lo que os podáis imaginar».