¿Qué sería la Iglesia de Cristo sin el Espíritu? No tendría sentido. Pero para los cristianos Dios es trino: Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo al mismo tiempo. Por eso su Iglesia tiene sentido. En junio el Espíritu Santo está en el centro de las prédicas en las casas de Dios nuevoapostólicas.
El primer domingo de junio es el domingo de Pentecostés. La Iglesia tiene cumpleaños. Muchos cristianos no saben qué hacer con esto. Sin embargo, esta celebración tan importante del calendario litúrgico recuerda un hecho de la historia de la salvación: fue derramado el Espíritu Santo y llenó a los Apóstoles y a los creyentes que estaban reunidos con ellos. «Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen», dice en Hechos 2:4.
Hubo personas que lo vieron, lo vivieron, lo contaron, lo creyeron. El mensaje de este grandioso acontecimiento pasó por el mundo: el Espíritu Santo había comenzado su recorrido. Hace 2000 años de esto, pero los cristianos de hoy no pueden dejarlo postergado. Nada ha cambiado desde los días del derramamiento del Espíritu. Dios todavía es el Padre, todavía es el Hijo y todavía es el Espíritu.
Festum Trinitatis
Con el domingo de Pentecostés finaliza el largo entorno de Pascua. Trinitatis, el domingo después de Pentecostés, está dedicado a la Santísima Trinidad de Dios. Es justamente interesante desde la visión actual, que Jesús no solamente haya sido bautizado –con el Bautismo nos brinda como cristianos una señal de arrepentimiento–, sino que también haya sido dado a conocer por Dios el Padre como su Hijo: «Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia» (Lucas 3:2122).
En forma hasta entonces desconocida se manifestó ya allí el trino Dios. Jesús no es revelado sólo como el Mesías de Israel, sino como alguien en el cual Dios está directamente presente. En Él está presente la plenitud de la divinidad. Dios, el Padre, y Dios, el Espíritu Santo, dan testimonio, conjuntamente, de la divinidad y autoridad de Jesucristo.
Iglesia y Espíritu
El tercer Servicio Divino dominical del mes es la descripción de tareas para todos los que quieren creer que la Iglesia y el Espíritu Santo forman un conjunto. La 2ª epístola a los Corintios dice que la comunidad del Señor debe ser una «carta de Cristo», una carta no escrita con tinta, sino con la pluma estilográfica del Espíritu, no en tablas de piedra, sino en el corazón. Debajo de esta carta está la firma de Dios. Pablo hace referencia con ello a la comunidad de Corinto, que es una señal de estrecha vinculación con el apostolado, una comunidad que se deja preparar para sus futuras tareas.
El Espíritu vivifica
Y así se redondea la cosa: Dios es trino, Él es el Padre y crea al mundo. Él es el Hijo y salva a los seres humanos. Él es el Espíritu y conduce su Iglesia. Para los cristianos esto significa: estar lleno del Espíritu Santo protege de la incredulidad o la superstición o la fe por pura tradición. Allí donde sopla el Espíritu, la fe se vivifica y terminan los ritos cubiertos de polvo. No es la concurrencia a los Servicios Divinos lo que hace al cristiano, sino el cumplimiento de la tarea de oír la palabra de Dios, guardarla y obrar acorde a ella. No creemos por otros, ¡sino por nosotros! El Espíritu Santo vivifica en nosotros lo que viene de Dios.
Foto: Julia Sudnitskaya