Platea, palcos, cazuela y galería… lleno total en la Casa de Conciertos de Viena. Antes de resonar los primeros acordes del concierto, Franz Jochum, el director musical y de la orquesta invitó a viva voz al auditorio presente “a encontrarse con Jesús en la música”.
A las 20:00 comenzó el programa vespertino con una de las canciones de Gabriella, tomadas de la película “Como en el cielo” también conocida como “Tierra de Ángeles” (As It Is in Heaven). La Sala de Conciertos de Viena tiene 104 años; el auditorio y el podio ocupan unos 1.000 metros cuadrados y ofrece lugar a 2.000 personas en un salón memorable e imponente. En los márgenes de la ciudad interior de Viena, Austria, la Sala de Conciertos a diferencia del edificio preexistente de la Wiener Musikverein (Asociación de Música de Viena), debía cumplir múltiples fines y así dirigirse a amplios sectores de la población.
Música y cultura para todos
“Música y cultura para todos”: esta consigna también se cumplió el sábado al atardecer en el concierto de Pentecostés Felix Austria. El variado programa ofreció desde “De tu bondad, ¡Señor y Dios nuestro!” del Oratorio “La Creación” de Joseph Haydn, pasando por el motete Christus factus est de Anton Bruckner, “Qué dulces son tus moradas” del Réquiem Alemán de Johannes Brahms hasta “Viena, Ciudad de mis Sueños” de Rudolf Sieczynski. Nada faltó. Fue un recital de una hora y media con 16 bocadillos de la más fina música.
Para algunos participantes, el momento destacado fue el potpourri del Dúo TamAti: “Evergreens de Austria – un ensayo“, que intenta fusionar la literatura austríaca famosa por siempre perdurable con un estilo completamente novedoso. Fue entretenido, placentero y a un alto nivel. A la hora de aplaudir, el público coincidió en exclamar: “¡Grandioso!”, cuando el profesor de piano y su pupilo tocaron a dúo y en pocos instantes, repasaron magistralmente en el teclado todo un repertorio de melodías famosas.
Austria es feliz
El primero en utilizar la expresión latina Felix Austria fue en 1364 el duque de Habsburgo Rodolfo IV en sus sellos. Hoy, la expresión “Austria feliz”, tal el significado de la expresión latina, es aún utilizada por los austríacos. Se dice de ellos que llevan una vida afortunada y feliz.
El programa del concierto se planteó en función de los interrogantes de la “felicidad” y de los “finales felices” e intentó ofrecer respuestas musicales a ambos planteos. “Que estas explicaciones, en parte sólo se pueden comprender con una mirada a través “del cristal rojo y blanco”, es decir de los colores de la bandera austríaca, no debe sorprender demasiado a tantos austriacos felices”, concedieron los organizadores. Pero el cristiano creyente, sea cristiano austriaco o no, todas las veces encuentra un “final feliz” en “Señor, tu (eres) mi felicidad” (Herr, du mein Glück).
Los ejecutantes
Desde hace más de diez años que “musikwerkstattoesterreich” (taller musical de Austria) desarrolla actividades. Todos los años se realizan talles de coro y de interpretación orquestal de varios días y se ofrecen incentivos a las nuevas generaciones mediante el canto grupal y la interpretación instrumental.
Tantos ensayos, los incentivos sustentables, la búsqueda de talentos: todo esto también se notó en el concierto vespertino. Entre muchos otros músicos y artistas también estaban presentes: Alies Mack (soprano), Jens Waldig (bajo), Iván Kárpáti, Julia Maier y Frithjof Tomusch (todos en el piano), y el coro de jóvenes de la Iglesia Nueva Apostólica de Austria dirigido por Andreas Bleckenwegner.
Pero el final clásico no fue el final
Poco antes del final resonaron las famosas notas de Johann Strauss, quien probablemente fuera el compositor austro más famoso: la Marcha Radetzky. Esta pieza de ritmo marcado se estrenó en Viena en 1848 y todavía hoy es interpretada por la Filarmónica de Viena al final del tradicional concierto de Año Nuevo.
Pero en el concierto de Pentecostés de este año ocupó el anteúltimo lugar. La coronación fue, al final, la fantasía para piano de Iván Kárpáti llamada “Viento espiritual desde lo alto del cielo, sopla con fuerza a través de nuestras filas”. Al comenzar, Franz Jochum explicó que cierta vez el Apóstol Rudolf Kainz le dijo que en conciertos como estos se podía tocar prácticamente de todo, “siempre que fuera con acento austríaco”, en el sentido de “Biddeschön”, como dicen en Austria en lugar de “Bitte schön” – Por favor, “elija algo conocido al principio y al final”. Y eso mismo hicieron los 300 músicos. Música para todos, repertorio tradicional y nuevo.
Austria, la feliz, esta noche fue un poco más feliz todavía.