Una disculpa por errores cometidos en el pasado, una referencia a un futuro sin Apóstoles y un llamamiento a la tolerancia hacia nuestros contemporáneos. Todo esto y más forma parte del concepto «humildad», así como lo entiende la Iglesia Nueva Apostólica.
La humildad no es una debilidad, sino una condición para alcanzar la salvación divina. Lo deja claro el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en la última edición de la revista para los miembros «community». «Por eso me parece útil observar este concepto un poco más de cerca y
preguntarnos qué significa hoy para nosotros», dice en el artículo que también se publicará a mediados de julio en la «Unsere Familie».
Humildad ante el Altísimo…
… no implica que menospreciemos nuestra propia persona, acentúa el Apóstol Mayor. Más bien se trata de ser conscientes de la perfección de Dios y reconocer que todos dependemos totalmente de la gracia. «El que es verdaderamente humilde sabe que Dios lo conoce mejor que él mismo».
Humildad frente a nuestro prójimo…
… se hace palpable de dos formas. Por un lado, a través de la tolerancia: «Dios ama a nuestro prójimo igual que a nosotros, incluso cuando sea totalmente diferente a nosotros. El otro, entonces, no tiene que llegar a ser como yo para ser amado como yo». Y por otro lado, a través de la consideración: «Nada nos prohíbe tomar decisiones por intereses propios, siempre y cuando también tomen en consideración los intereses de los demás».
Humildad como servidor de Dios…
… se exterioriza, por ejemplo, en valorar correctamente su encargo: «La autoridad ministerial se extiende sólo al anuncio del Evangelio». Los portadores de ministerio no pueden invocar a ella «para enseñar vivencias en la fe personales como hechos vinculantes».
Humildad frente a la comunidad…
… significa para portadores de ministerio, ante todo, mantener separadas la autoridad espiritual y la jerarquía organizativa. Nadie puede abusar de su posición para imponer su propio consejo a los hermanos y hermanas confiados, presumiendo que su salvación depende de su obediencia a las indicaciones que les fueron dadas.
Humildad de la Iglesia…
… significa reconocer sus propios límites: «En absoluto afirmamos que nuestros antecesores fueron infalibles», dice el Apóstol Mayor dirigiendo su mirada a la historia de la Iglesia Nueva Apostólica. «La Iglesia se disculpa por los errores que fueron cometidos. Pero no podemos modificar el pasado. Todo lo que podemos hacer es garantizar que los errores que surgieron no se repitan, sabiendo que indudablemente cometeremos otros…»
Además, «el hecho de que estemos convencidos de nuestra doctrina de fe, no nos impide reconocer la riqueza espiritual de otras Iglesias como también los méritos de sus miembros».
Y para terminar, el ministerio de Apóstol y los Sacramentos sólo son necesarios hasta el retorno de Cristo, explica el Director de la Iglesia. Pues en el milenario reino de paz, Jesucristo mismo será el obrante. Si afirmara con insistencia que el apostolado entonces todavía será necesario para la salvación, «le estaría faltando el respeto a Jesucristo, nuestro Redentor».
Foto: ZoneCreative – Fotolia