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«Morir por un duro dictamen del tribunal»

septiembre 5, 2017

Autor: Peter Johanning

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Eran jóvenes, demasiado jóvenes para morir. Pero su vida terminó abruptamente y sin misericordia con la ejecución de la que hoy se cumplen 100 años. Murieron «con un corazón lleno de esperanza y anhelo», dice una carta de despedida.

Estamos hablando de Max Reichpietsch y Albin Köbis. Fueron ejecutados el 5 de septiembre de 1917. La Primera Guerra Mundial ya había comenzado hacía tres años causando muchas víctimas, no sólo en los campos de batalla por toda Europa, sino también en los cuarteles locales.

En el campo de tiro Wahn, cerca de Colonia/Alemania, la artillería entrenaba para la guerra: se probaban gases para la batalla y ejercicios de defensa antiaérea contra dirigibles y aviones de combate. También se había instalado un campo para unos 10.000 prisioneros de guerra. Y como consecuencia de un amotinamiento contra la marina imperial en el verano de 1917 en ese lugar se cumplimentó la pena de muerte contra Max Reichpietsch y Albin Köbis.

Eran dos jóvenes muchachos, un fogonero y un marinero. Eran sólo dos de muchos. Los años de guerra habían traído gran necesidad y miseria, alimentación deficiente, epidemias y muerte. La gente y también muchos soldados se habían cansado de la guerra. La propia muerte se había convertido en una amenaza.

La insatisfacción con las circunstancias políticas y sociales había entrado también en los barcos de la flota alemana de alta mar. Ante todo la comida en las cocinas para la tripulación se había deteriorado dramáticamente, mientras que en el comedor de oficiales seguía habiendo mesas abundantes. Las quejas eran refutadas con rudeza por las autoridades competentes. Los altos mandos de la marina evidentemente querían cortar de raíz toda sedición comunista y socialista de los marineros.

El drama se pone en marcha

1917 se torna para muchos marineros en un año fatídico. Ya a principios del año había habido en la armada alemana estacionada en Wilhelmshaven y Kiel varias acciones de protesta. Mala comida, vacaciones más cortas, motivos había suficientes. Y después esto: en el crucero de combate «Prinzregent Luitpold» el 31 de julio de 1917 se dio a conocer la decisión de que se suspendía la presentación de cine del día siguiente. Unos 50 fogoneros abandonaron entonces el barco por unas horas. Como consecuencia fueron arrestados.

Pero esto justamente provocó una protesta aún mayor: en esta oportunidad, unos cientos de marinos se bajan del barco. Se les unen marineros de otros barcos. El comandante Karl von Hornhardt los somete a todos al consejo de guerra. La acusación dice acción política y sedición. Llueven penas de cárcel. El oficial fogonero Willy Sachse, los marineros Wilhelm Weber y Max Reichpietsch del crucero de combate «SMS Friedrich der Grosse» y el fogonero Albin Köbis y el marinero Hans Becker del «Prinzregent Luitpold» son condenados a pena de muerte. El comandante en jefe de la flota, Admiral Scheer, revoca tres penas de muerte y las transforma en penas de cárcel de largos años, pero Kölbis, de 25 años de edad, y Reichpietsch, de 23, son ejecutados. Dos por muchos.

Reichpietsch, nuevoapostólico y enemigo de la guerra

Max Reichpietsch nació el 24 de octubre de 1894 en Berlin­Charlottenburg en una familia nuevoapostólica. Se presentó en 1912 como voluntario en la marina, con casi 18 años. Sus vivencias de guerra, en particular la conocida batalla naval de Skagerrak en mayo/junio de 1916, así como las injusticias a bordo de los buques de guerra lo convierten en enemigo de la guerra. Paga con la vida su compromiso a favor de mejor alimentación y del movimiento antibélico dentro de la flota. Un testigo ocular del proceso lo describe con un hombre joven fresco y despierto, pero que «no tenía nada de información ni experiencia en política».

En su carta de despedida a sus padres escribe: «Queridos padres: Les hubiese escrito hace mucho lo que pasa conmigo, pero quería esperar mi condena. Ahora ese día llegó y fue peor de lo que esperaba. Se convirtió en una pena de muerte. Si se cumple o si es impedida por clemencia del emperador, está en manos de Dios. […] Mi corazón está tan cargado que me es imposible seguir escribiendo. Porque es triste tener que morir siendo tan joven, en los años de plenitud, con un corazón lleno de esperanza y anhelo, por un duro dictamen del tribunal».

El epílogo de la protesta de 1917 llegó un año después: el próximo motín de marineros en noviembre de 1918 condujo a un levantamiento general, a la Revolución de Noviembre y al derrumbamiento de la monarquía.

Monumentos para Max Reichpietsch

En el lugar de la ejecución, el actual cuartel de la fuerza aérea Colonia-Wahn, hay un monumento en memoria de Reichpietsch y Köbis. En algunas ciudades de Alemania, hay calles que llevan su nombre. Desde 1947 existe en el Tiergarten de Berlín la Reichpietschufer, una calle que bordea un canal, de la cual sale, a la altura del museo de diseño Bauhaus-Archiv, la calle Köbisstrasse.

Foto: M. Pfeiffer

septiembre 5, 2017

Autor: Peter Johanning

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