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No sólo el diezmo, sino por completo

septiembre 25, 2017

Author: Oliver Rütten

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Estar parado delante de la caja de ofrendas y evaluar una última vez: ¿Cuánto pongo? ¿Qué recibo a cambio? Y después la pregunta que decide todo: ¿Cuadra hacer un cálculo?

El antiguo giro romano «do ut des» (yo doy para que tú des) está muy difundido todavía hoy: por supuesto que me involucro si la recompensa es acorde. Con mucho gusto doy algo, si recibo algo de vuelta, en lo posible más y con una ganancia reconocible. ¿Y cuando se trata de la ofrenda? ¿Qué astuto soy en mis negociaciones con Dios?

Los Servicios Divinos del mes de octubre se ocupan de «nuestras ofrendas». En el año litúrgico que está por finalizar se da una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el agradecimiento y el amor a Dios y el servicio al prójimo. «Nuestras ofrendas» son las donaciones de dinero como también el dar y compartir inmaterial. Nunca pueden ser comparadas con la ofrenda perfecta que Jesucristo ofreció con su muerte en la cruz.

10% del haber, 100% del ser

Que junto a la caja de ofrendas no haya una calculadora, no es por casualidad. No depende del monto ni de la frecuencia. Tampoco se trata del bruto o del neto, sino únicamente del impulso interno, del querer, del amor a Dios y al prójimo. También excluye un cálculo costo-beneficio, sea del tipo que fuere.

La bendición de Dios no es algo automático, no se puede comprar y menos forzar. El tener lo suficiente para vivir, el bienestar físico y un gran círculo de amigos no deben ser entendidos como un don salvífico de Dios, y mucho menos como un bien adquirido, comprado.

El amor de Dios se expresa en la asistencia divina. La bendición de Dios se puede vivir en los actos sacramentales, cuando Dios se acerca al hombre en el Bautismo y la Santa Cena y se presta a un lazo perdurable. La encarnación del Hijo de Dios, la ofrenda en la cruz, la fuerza y el deseo de estar en el seguimiento, esto hace posible la salvación, no sólo un par de instantes de sentirse bien, sino -¡ese es el foco!- el querer estar en eterna comunión con Dios.

Ofrendar significa: volverse activo

La disposición a la ofrenda es expresión del agradecimiento del creyente ante Dios. Es una señal de amor y convicción, de dónde viene la vida material y espiritual y hacia dónde va. Es un proceso al que antecede el reconocer la fuerza creadora de Dios, hasta donde nos sea posible como seres humanos. A partir de este conocimiento, el creyente quiere dedicar su vida a Dios, quiere orientar su vida al Evangelio.

«Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho» (1 Corintios 12:7): el servicio al prójimo en escucharlo, en estar con él, en compartir sus penas, el involucrarse en la comunidad con sus capacidades personales. También eso es la ofrenda. Obviamente, la ofrenda financiera, que le permite a la Iglesia cumplir su encargo, es parte de ella.

El cambiar del rol de espectador al de participante, el involucrarse con sus talentos, … esto a veces es difícil, contrario a la comodidad y forma parte de ofrendar. Cada uno según sus posibilidades. Y por favor no hacer comparaciones: «El otro hace menos, entonces yo también hago menos» o «El otro exagera en lo que hace, supuestamente sólo se quiere destacar…». Estos pensamientos no ayudan a seguir y tienen poco que ver con el impulso interno de servir a Dios y al prójimo.

No es un asunto al margen

El fundamento para nuestras ofrendas es la entrega de Jesús en la cruz. Por amor al hombre trajo el sacrificio único e incomparable. Con esta actitud se pueden traer también hoy las ofrendas. Esto a veces también incluye un camino de pasión sea del tipo que fuere. Una ofrenda no es algo que se trae al margen.

Tomadas de la riqueza material (dinero, productos) y de la riqueza espiritual (saber de la salvación divina), son una tarea de todo cristiano. Esto ayuda al ofrendador a poner las cosas en el lugar correcto. Ya no todo gira en torno al valor añadido y la maximización; no se pasan por alto la necesidad y la miseria del prójimo. La codicia y la avidez de dinero son pecado. Transgreen el mandamiento del amor al prójimo. La ofrenda protege contra ello.

Él por nosotros, nosotros por Él

«Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). «Primeramente» no significa exclusivamente y de ninguna manera requiere pensar con vendas en los ojos. Cada uno vive en su entorno personal y debe atender a la familia, la profesión, la sociedad y también su propia salud. El mirar hacia el reino de Dios hace definir de nuevo los valores. La modestia en las cosas materiales es una circunstancia que surge por sí misma, si las prioridades se establecen según las palabras de Jesús.

Dios mostró con su ejemplo el camino, el camino del amor, de la ofrenda, de la paciencia y de la reconciliación. Seguimiento significa hacer lo mismo que Él.

Foto: Marcel Felde

septiembre 25, 2017

Author: Oliver Rütten

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