“¿Quién es Jesús?”. Esta pregunta recorre los Servicios Divinos durante todo el mes de abril. La respuesta la da cada una de las estaciones del tiempo de Pasión, hasta Pascua y más allá.
“Yo soy el pan de vida”, dice Jesús. Esto se hace realmente tangible en la Santa Cena, que Jesús instituyó poco antes de su crucifixión. “Esto es mi cuerpo”, dice Jesús sobre el pan que se parte.
El cuerpo y la sangre de Cristo, y por lo tanto también su sacrificio, están presentes en el pan y el vino. Esto convierte a la Santa Cena en el pan de vida. Qué significa esto para los creyentes de hoy es el tema del primer Servicio Divino dominical de abril.
El triple ministerio
“Este es el Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea”. Así respondió la gente que estaba a la vera del camino durante la entrada de Jesús en Jerusalén a la pregunta de algunos de sus pares: “¿Quién es este?”.
Pero esto es solo un tercio de la verdad. De hecho, Jesús es Rey, Sacerdote y Profeta. Es el Rey del reino de Dios, es el Sacerdote que se ofrece en sacrificio por los pecados de los seres humanos y es Profeta porque anuncia la voluntad de Dios y los sucesos futuros. El Servicio Divino del Domingo de Ramos profundiza en este tema.
El Salvador en humildad
“Sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios”. Así injurian los espectadores de la crucifixión de Jesús. Para ellos, es simplemente inconcebible que el supuestamente Salvador divino del pueblo de Israel sea humillado y matado de tal manera.
Sin embargo, es precisamente aquí donde se demuestra la filiación divina de Cristo: se humilla voluntariamente, asume el dolor y la maldad, y sufre la muerte en sacrificio para lograr la salvación de la humanidad.
Esto plantea un interrogante a los creyentes de hoy. Y de esto trata el Servicio Divino de Viernes Santo.
El camino y la meta
Jesucristo es el Resucitado. Este es el mensaje central de la Pascua. Mediante la resurrección de Jesucristo, Dios confirma la verdad divina del Evangelio: Dios es misericordioso, está lleno de amor y da el perdón. Jesús representó este amor misericordioso de Dios.
La resurrección muestra que la meta de la fe es la comunión eterna con Dios. Y la resurrección de Jesús deja claro que Jesús mismo es el camino hacia esta salvación. Esta es la tarea de los creyentes de hoy. De esto trata el Domingo de Pascua.
El que tiene toda potestad
Jesús es el “Hijo del Hombre”. Él mismo lo dice varias veces en los Evangelios. Al hacerlo, subraya su humanidad, por una parte, pero también su naturaleza divina, por otra: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”.
Cristo tiene el poder del amor, de la resurrección, del perdón y de la consumación. El Servicio Divino del último domingo de abril explica todo esto.
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