El camino hacia Dios está abierto para todos los seres humanos, sin importar si son ricos o pobres, jóvenes o ancianos. Todo lo que se necesita es respeto hacia Él y amor en nuestras acciones.
El domingo 25 de mayo de 2025, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró un Servicio Divino en Luanshya, Zambia, con unos 10.400 participantes. En el centro estuvo el texto bíblico de Hechos 10:34-35: “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”.
Dios quiere salvar
Hoy como entonces, “Dios ama a todos los seres humanos con el mismo amor”, dijo el dirigente de la Iglesia. No importa a qué país o tribu pertenezcamos, cuántos años tengamos, si somos ricos o pobres, sanos o enfermos, cultos o sin estudios, hombres o mujeres. Dios nos da a todos la oportunidad de “entrar en su reino y tener comunión con Él en su gloria”.
El Apóstol Mayor enfatizó: “Dios no tiene que cambiar las circunstancias de la vida de las personas”. Dios puede salvar a todos en sus situaciones personales. Está claro que todos oramos por amor al prójimo, para darle lo que necesita, con la esperanza de que Dios lo ayude; a veces lo hace, otras no. “No os preocupéis, aunque os encontréis en una situación muy difícil, eso no impedirá vuestra salvación. Dios os salvará y puede hacerlo”.
El camino hacia la salvación
Lo más importante para alcanzar la salvación es temer a Dios y practicar la justicia.
Temer a Dios: “¿Qué significa temer a Dios?”, preguntó el máximo dirigente de la Iglesia. “Mostrar a Dios el respeto que se merece”. Él es el Todopoderoso y Perfecto, todos los seres humanos son pecadores. “Quien teme a Dios es obediente” y confía en su juicio sobre lo que es bueno y malo. “Quien teme a Dios es humilde y consciente de que es todo, menos perfecto”. Todos hacen el bien y el mal y, por lo tanto, dependen de la gracia del Señor. Dios es la verdad: “Él hace lo que dice y dice lo que hace”.
Practicar la justicia: Quien quiera ser justo debe creer en Jesucristo, en sus enseñanzas, en su sacrificio, en su resurrección y en su retorno: “Sin fe es imposible ser justo”. Un cristiano justo es alguien que sigue a Cristo para alcanzar la vida eterna, no para mejorar su vida en la tierra. “Para alcanzar la salvación, debes ser como Cristo, porque Él es el Justo”.
El comportamiento de los justos
En el discurso sobre el juicio de las naciones (Mateo 25:34-46), Jesucristo da ejemplos concretos de cómo se comportan los justos. Entre ellos se encuentran:
Ayudar a los pobres: “El amor verdadero no consiste solo en palabras y oraciones, sino en hechos”. La persona justa mejora las situaciones, presta ayuda integral y trata de aliviar el sufrimiento de los demás por amor. “Jesús dice: ‘Trata a tu prójimo como te gustaría que él te tratara a ti’”. Todos tenemos la necesidad de ser tenidos en cuenta y respetados, así como de experimentar perdón y amor. “Dadles lo que necesitan”, exhortó el Apóstol Mayor.
Apertura hacia los forasteros: “Un forastero es todo aquel que no es como nosotros”. El justo recibe al forastero y lo deja entrar. Aunque sean diferentes, no se les debe pedir que cambien. Dios los ama y quiere salvarlos tal como son. “No puedes ser más exigente que Dios”. Lo más importante es tener la actitud correcta, considerar al prójimo como lo que es: una persona, no solo un miembro de un grupo.
Visitar a los enfermos y a los que están en la cárcel: “Estuve enfermo y me visitasteis”, dijo Jesús. No es nuestra tarea resolver todos los problemas de nuestro prójimo y sanarlo. Sin embargo, hay que enfrentarse a los sufrimientos y las aflicciones. “El justo es el que ama, el que puede compartir el sufrimiento de su prójimo, lo consuela y lo ayuda”.
Los que han hecho algo malo y ahora sufren las consecuencias son los que están presos. No es nuestra tarea cambiar estas cosas, acusar y castigar. “El justo es aquel que visita a los que están en la cárcel” y les muestra compasión. Porque todos necesitamos la gracia.












