“Lo sé, no le va a gustar a todo el mundo”, comenzó diciendo el Apóstol Mayor al inicio del Servicio Divino: por qué los cristianos pueden, deben y tienen que profesar abiertamente su fe también hoy en día.
Pablo se había ganado la enemistad de todos: de los judíos, porque se había alejado de ellos; de los griegos, porque se consideraban intelectualmente superiores, y de los romanos, porque colocaba a Cristo por encima del emperador.
Y, sin embargo, dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16). Esta fue la base del Servicio Divino del 28 de septiembre de 2025 en Roissy-en-France (Francia).
La silenciosa vergüenza de la fe
“¿Qué es la vergüenza?”, preguntó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider y respondió: un malestar, un sentimiento de incomodidad o incluso de temor. Y eso también afecta hoy en día a los cristianos, “porque la opinión de la mayoría definitivamente no se corresponde con la fe cristiana”.
No se habla de la fe por miedo a ser marginado o rechazado. Se tiene miedo de que se rían de uno, porque el Evangelio se considera una doctrina anticuada para personas con bajo nivel educativo. Se siente vergüenza por todos los errores que han cometido los cristianos.
El Evangelio no necesita disculpas
Pero “cuando se nos pregunta y se trata de defender nuestros valores, no debemos avergonzarnos del Evangelio”, subrayó el Apóstol Mayor. Nadie debe avergonzarse de decir: “No, yo creo en los valores cristianos, creo en los mandamientos, creo en Cristo”.
“Las ideas más extremas, las más absurdas, las más descabelladas” se exhiben y quieren ser respetadas. “¿Y los cristianos deben callar? No hay motivo para ello. ¿Por qué debería avergonzarme del Evangelio, de defender los valores cristianos?”.
Por qué los cristianos no tienen que callarse
¿Por qué no hay que avergonzarse del Evangelio? “Porque el Evangelio no es una desventaja, no es un corsé que se nos quiere imponer para que seamos buenos, amables y obedientes”. Sino que “este Evangelio es un poder, un poder que ilumina nuestra vida y le da sentido. El Evangelio nos da la fuerza para seguir adelante, pase lo que pase, y para superar las dificultades”.
“El Evangelio es un poder que nos hace fuertes, que nos da confianza, que nos da esperanza”. Porque “yo sé cuál es el camino correcto, cuáles son los valores correctos, aquellos que al final dan sus frutos, aquellos que no pierden su valor con el tiempo”. Y “nosotros sabemos que al final Jesús vencerá. Para nosotros, que seguimos a Jesús, la historia tendrá un final feliz. Eso nos da confianza y seguridad”.
No es una cruzada, sino una fe vivida
“Este Evangelio funciona”. Pero “la eficacia del Evangelio depende de la profundidad y la intensidad de nuestra fe”, subrayó el dirigente de la Iglesia. “Por lo tanto, si no sentimos todo el efecto del Evangelio, debemos cuestionar nuestra propia fe”. Esto incluye: “¿Es lo suficientemente intensa? ¿Es lo suficientemente profunda? ¿Es lo suficientemente sincera? ¿Es nuestra fe solo un ejercicio religioso? ¿Consiste únicamente en seguir una serie de reglas y tradiciones?”.
“No se trata de iniciar una cruzada para convertir al mundo entero”, aclaró el Apóstol Mayor Schneider. “La fe que castiga, que se contenta con seguir las reglas para ser bendecida y que espera el castigo de aquellos que no las siguen, no produce frutos, sino solo violencia y malas reacciones”.
Más bien, “se trata únicamente de vivir nuestra fe, practicar el Evangelio, servir a Dios, servir a nuestro prójimo y simplemente hacer lo que el Señor nos pide. La verdadera fe en el Evangelio se manifiesta en el amor”.
Fotos: Neuapostolische Kirche Westdeutschland
