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100 años de hostia combinada: de artesanía a completamente automática

abril 25, 2017

Autor: Andreas Rother

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Una vez que el asunto estuvo resuelto, recién empezaron los verdaderos problemas: ¿Cómo poner las gotas de vino sobre la hostia? De los aparatos con que se hacían los toquecitos y las gofreras de los primeros años se desarrollaron las cadenas de producción de nuestros días.

Lo sucedido hasta la fecha: En la Primera Guerra Mundial, no por último, escaseaba el vino que era bebido de a sorbos de los cálices para la Santa Cena. Al mismo tiempo en todas partes cundía el temor por las pestes. La solución higiénica y austera fueron las hostias con unas gotas de vino, así como ya se estaban enviando por correo a los soldados en los campos de batalla. Esa práctica fue introducida por el Apóstol Mayor Hermann Niehaus a partir del Viernes Santo 1917. Fue vinculante para toda la Iglesia desde 1919.

¿De dónde obtener el pan y el vino para la Santa Cena? Ya hacía mucho que se tenía experiencia en esto y algo así como un mercado propio de la Iglesia en Alemania: los anuncios en la revista oficial «Panorama Nuevoapostólico». Un «vino tinto de muy buena calidad» ofrecía Carl Ehrler de Plauen a «todos los dirigentes de comunidad». Recipientes para la Santa Cena, en cambio, era el ofrecimiento de Ewald Dissel de Ruhrort, además de cigarros y artículos de papelería.

Toquecitos en lugar de gotas

Lo más difícil era poner las tres gotas de vino sobre el número necesario de hostias. Miembros de la comunidad ya mayores hoy recuerdan muy bien cómo de niños se sentaban a la mesa junto a toda la familia para preparar las hostias para una comunidad de varios cientos a almas, gota a gota con una pipeta.

El primer alivio lo trajo un aparato que se llamó Bickelmannsche Hostientupfer con el cual se podían agregar los toquecitos de vino a manera de sellos sobre las hostias. Este aparato fue construido por un miembro de la comunidad de Göppingen. «Lo mejor es comprar una pequeña botella de buen vino tinto
y hacer con él unos toquecitos sobre algunos miles de hostias», recomendó el Apóstol Johann Gottfried Bischoff por circular a los siervos. «Quiero acotar además, que lo mejor cuando se hacen los toquecitos con el vino es colocar las hostias sobre un paño blanco o sobre papel secante blanco limpio, porque con otra base las hostias se pegan un poco», fueron sus instrucciones de uso.

De secretaria a jefa

Las adquisiciones fueron en busca de la profesionalización cuando el maestro panadero Max Pflug, Pastor en la comunidad Herne, cambió de rubro en 1925 para dedicarse a la fabricación de hostias. La masa todavia se revolvía a mano y se horneaba en enormes gofreras. En 1931 la Iglesia se hizo cargo del emprendimiento y le dio el mando a la secretaria del Apóstol Mayor, Helene Herterich. La fábrica de hostias de la Iglesia surgió en una nueva ubicación, en Bielefeld, donde existe todavía hoy. La primera entrega al interior del país se hizo a Renania, la primera exportación a Australia.

Nuevas dificultades trajo aparejadas la Segunda Guerra Mundial. El vino y la harina únicamente se conseguían con un vale de compra. Y a tal efecto Helene Herterich tenía que ir al Ministerio en Unna: salir a las 6 de la mañana, cuatro horas de viaje en tren, expresar su fastidio a las autoridades por vales supuestamente enviados, el viaje de regreso a las 21 horas en un tren repleto, esperar el tren de mercancías hasta las 23 horas, y con el mismo parada hasta casa. «A eso de las 8 horas llegaba a Bielefeld», informó, «¡un gran esfuerzo!».

De Bielefeld a todo el mundo

La fábrica de hostias creció junto con la Iglesia: de un rendimiento anual, en los comienzos, de 9,7 millones de hostias hasta el valor más alto de 238 millones en el año 2001. Un hito importante fue la cadena de producción para hornear automática en 1979, una construcción propia con el acompañamiento de profesionales. Aunque la máquina al final funcionaba el doble de rápido de lo que estaba previsto técnicamente, ya en 1990 hubo que traer una sucesora con mayor rendimiento.

Para que los clientes pudiesen producir localmente con menores costos, surgieron en 2003 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y en 2012 en Lusaka (Zambia) otras fábricas de hostias de propiedad de la Iglesia con el apoyo de los profesionales de Bielefeld. Mientras que la producción en África es semiautomática, en otras pequeñas fábricas en la India se prioriza el trabajo artesanal. De la misma manera se está haciendo con las primeras pruebas en Hong Kong, a comienzos de este año.

«Realmente una tecnología interesante es la que se usa para colocar las tres gotas sobre las hostias», fue la conclusión de Asia del Sudeste. Efectivamente, el proceso de producción tiene sus trucos. Pero esta es otra historia que será contada en otro momento…

abril 25, 2017

Autor: Andreas Rother

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