100 años de hostia combinada: su forma con el paso del tiempo
Jesús marcó sólo esto: con pan y vino debemos celebrar su memoria. Sin embargo, el pan –¿con o sin levadura? Vino tinto o vino blanco –¿con o sin alcohol? A la pregunta sobre la forma de celebrar la Santa Cena, el cristianismo tiene muchas respuestas.
En su comienzo fue un banquete para saciarse. Jesús ingirió alimentos con los discípulos. Mientras comían tuvo lugar el acto con las señales: el compartir el pan y el pasarse la copa de mano en mano. Y así también fue la Cena del Señor entre los primeros cristianos: una comida de comunión con una parte de conmemoración. Esto se ve, por ejemplo, en la primera epístola a los Corintios. Con el tiempo, el festejo se separó de la comida y la Santa Cena se convirtió en un acto sacramental en el marco de un Servicio Divino.
Controversia por la levadura
¿Qué pan debe utilizarse? Esta pregunta provocó hace unos 1.000 años serios enfrentamientos entre los cristianos de habla latina de Europa Occidental y los cristianos de habla griega de Europa Oriental.
La Iglesia Católica estableció que fuese pan sin agentes de fermentación, haciendo alusión a los tres Evangelios sinópticos, según los cuales Jesús instituyó la Santa Cena la noche anterior a la fiesta de Pascua. Y entonces el pan del Séder, un pan ácimo, era la pauta religiosa, un fino pan plano, también llamado la Matzá.
La Iglesia Ortodoxa insiste en el pan con masa de levadura –en vista del Evangelio de Juan, según el cual la última Cena tuvo lugar un día antes y por lo tanto, fuera de las normas de la fiesta de Pascua. Además, la masa con levadura fue mencionada por el mismo Jesús en la parábola del reino de Dios.
Lucha por las migas
Estas diferencias existen hasta el día de hoy, en parte en todas las confesiones: los protestantes reformados y unidos utilizan más bien pan blanco de masa de pan con agentes de fermentación, los protestantes luteranos, en cambio, productos de panificación no fermentados, al igual que la Iglesia Nueva Apostólica.
De las Matzás planas hasta la forma hoy usual de las hostias sólo hay un pequeño paso pragmático: cuando las placas de pan horneado se hacían migas fácilmente y estas caían al suelo, no esta sólo una vicisitud, sino que teológicamente no podía ser. En definitiva, en lo espiritual aquí se trata del cuerpo de Cristo, por lo que debe tratarse con toda la dignidad posible.
Vino blanco versus manchas
También en lo que respecta al vino hay una gran diversidad: esta vez la Iglesia Católica y la Ortodoxa están de acuerdo en que debe ser vino auténtico y no jugo de uva. Pero mientras la Iglesia del Este establece que debe ser vino tino, en la Iglesia del Oeste también puede ser vino blanco. La razón práctica: el vino blanco no mancha tanto los caros lienzos del altar y los paños que cubren los cálices.
El jugo de uva es el preferido, por ejemplo, entre los metodistas, los unidos y los reformados, y al menos es viable entre los luteranos. Históricamente esto se basa en evitar conscientemente el alcohol o en la participación de niños en la Santa Cena. Teológicamente, los defensores del jugo de uva se fundamentan en la indicación al texto bíblico que no habla expresamente de vino fermentado, sino de la «copa» y del «fruto de la vid».
Higiene por hostia
Muy diferente también es la forma de suministrar el vino en la Santa Cena. Mientras que en la Iglesia Católica tradicionalmente ante todo el sacerdote bebe de la copa, en la Iglesia Evangélica el vino es repartido a todos al igual que el pan.
Sin embargo, beber junto con otros de un recipiente, en muchos despierta consideraciones higiénicas. Soluciones conocidas del problema son el uso de copas individuales o el mojar la hostia en una copa colectiva.
A partir de allí sólo hay un pequeño paso pragmático a la forma de suministrarla que se practica en la Iglesia Nueva Apostólica, de lo que este año hace exactamente 100 años: la hostia combinada, sobre la que se dejaron caer las gotitas de vino.
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