Benjamin Ohene-Saffo no lleva mucho tiempo como Apóstol líder. Desde mediados de diciembre de 2019 tiene a su cargo parte de Ghana, así como Benín y Togo. En consecuencia, los hermanos y hermanas en la fe sienten curiosidad por conocer más a este portador de ministerio.
“¡Apóstol, Apóstol! ¿Tiene nada más que 7 minutos de tiempo?”. Así comenzó la entrevista con el Apóstol líder, un Apóstol responsable de varias áreas de Apóstol. Benjamin Ohene-Saffo primero se refugió en la toilette. Cuando salió, los 7 minutos se convirtieron en 11 minutos y 13 segundos, un encuentro imprevisto y espontáneo. Una conversación con un hombre que no quería ser Apóstol. Aquí, extractos de una conversación casual mantenida por el Pastor Peter Owusu.
Un viaje al pasado
Reportero Peter Owusu: Apóstol, ¿cómo ha sido su trayectoria en la vida hasta ahora?
Apóstol líder Benjamin Ohene-Saffo: Ha sido un viaje interesante. Sí, todo viaje tiene sus momentos difíciles y sus momentos más suaves. Hasta ahora, teniendo en cuenta lo lejos que hemos llegado, ¡ha sido bueno!
Reportero: ¿Qué edad tenía usted cuando fue ordenado como portador de ministerio?
Apóstol líder: Bueno, cuando era adolescente, iba a la Iglesia con mi padre y me pidió que me pusiera en la puerta para saludar a los hermanos y hermanas. Tenía unos 14 o 15 años por aquel entonces y básicamente hacía todo lo que hacen los Diáconos hoy en día. A los 18 años, recibí el ministerio de Pastor.
Un chico de ciudad en la sabana
Reportero: Cuente de sus experiencias en países devastados por la guerra.
Apóstol líder: (tras una pausa nostálgica) ¡Me encantaría! Fui muchas veces con mi tío, el Apóstol e.d. Amoah, a países de los que él era responsable, como Liberia. No fueron momentos muy agradables. Pero aprendí mucho. Porque cuando uno ve a gente que ha estado en la guerra y que tiene que enfrentarse a muchos problemas, pero sigue apegada a su fe, se aprende mucho de ellos. Y a servir a esas personas…
Cuando Benjamin Ohene-Saffo era joven, estaba acostumbrado a la vida nocturna de Accra y a las comodidades de la ciudad. De repente, su tío lo sacó de allí y lo llevó a las sabanas de Bolga. El entonces Pastor iba a pie desde Bolga pasando por Nangode hasta Zualungu junto sus antecesores en el ministerio y se celebraban hasta seis Servicios Divinos en un solo día de recorrido.
Un Jonás moderno
Reportero: Parece que lo hubieran preparado para ser un Apóstol.
Apóstol líder: Dudo que estuviera realmente preparado para ello. Porque no lo vi venir, para ser honesto. Recuerdo que me propusieron el ministerio de Apóstol por primera vez en 1998 y lo rechacé humildemente. Pensé que era demasiado joven y que no estaba preparado para ello.
Reportero: ¿Así que fue como Jonás?
Apóstol líder: (Risas) Más o menos. Estaba huyendo. Luego, en algún momento, me convertí en dirigente de la comunidad Teshie 2. Lo importante para mí era hacer la Obra del Señor. Y luego, en 2016, me dijeron: “Serás el próximo Apóstol”. No sabía qué decir a eso. Buscando consejo, fui al hospital a ver a mi padre, que se estaba muriendo. Mi padre llevaba más de un año sin hablar. Cuando abrí la puerta, estaba mirando a la pared, sin querer ver a nadie. Lo llamé por su nombre. Se dio vuelta y me miró. Le dije: “Papá, tengo una noticia para ti. Me preguntaron si estaría dispuesto a aceptar el ministerio de Apóstol. ¿Estás de acuerdo?”. Y entonces, por primera vez en un año, habló, y con vigor dijo: “¡Sí!”. Y entonces sonrió. Eso fue todo lo que pudo decir. Lo recuerdo como si fuera ayer. Muchas veces intentó decirme algo después de eso, se esforzaba por hablar, pero no podía. Así que me tomaba la mano con fuerza, sonriendo. Eso me dio la motivación para asumir el ministerio. Hasta el momento en que estuve con mi padre, no estaba tan seguro.
¿Miedo o alegría por el futuro?
Reportero: Apóstol, ahora tiene 54 años, ¿teme que llegue un momento en el que ya no pueda hacer lo que más quiere para Dios?
Apóstol líder: Todo lo que tiene un principio tiene un final. Creo que el mayor legado que puedo dejar son las personas que pueden continuar con la misión que me fue encomendada. Así que, si no encuentro personas que sigan conduciendo la Obra de Dios, entonces tendré miedo por el futuro. Así que mi mayor preocupación ahora es apoyar a los jóvenes. Los jóvenes son el futuro de la Iglesia. ¡Pero no tengo miedo! ¿Por qué debería tenerlo? Cuando veo a los jóvenes, su pasión y entusiasmo por la Obra de Dios, entonces tengo plena confianza en que la Obra continuará desarrollándose sin problemas incluso después de mi actividad ministerial.