El ministerio (35): En el altar para el Sacramento

Las Diaconisas no eran nada inusual en los primeros 80 años de la tradición nuevoapostólica. Está documentado que existían en Europa, América y África y, dependiendo de la región, a veces constituían una sexta parte de los siervos oficiales de la Iglesia.

Las nuevas comunidades apostólicas heredaron las Diaconisas de la Iglesia Católica Apostólica. Allí no se les permitía desempeñar ninguna función en el Servicio Divino público. Y no eran bendecidas por un Apóstol, sino por el Obispo de la comunidad. Pero esto iba a cambiar en la Iglesia Nueva Apostólica.

Al servicio de las mujeres

Al principio todo siguió igual. La primera liturgia de 1864 lo atestigua: “Las Diaconisas no tienen un ministerio independiente, sino que son ayudantes de los ministerios en los que se necesita el servicio y el cuidado femeninos”.

Algo similar ocurre en el “Libro de ayuda” de 1908, la primera obra de enseñanza: “Las Diaconisas se añaden a los ministerios de Diácono y Subdiácono según sea necesario. Las Diaconisas trabajan por encargo especial del dirigente de la comunidad. Sirven especialmente entre mujeres solteras o viudas, también mujeres enfermas, a las que no pueden visitar los hombres”.

En el altar en representación

En la práctica, hacía tiempo que las Diaconisas habían asumido tareas en el Servicio Divino público: “Por eso, como portadores de ministerio para recibir la Santa Cena para los difuntos eran elegidos el Diácono presente de más edad y la Diaconisa presente de más edad”. Esta era la disposición uniforme anunciada por el Apóstol Mayor Friedrich Krebs en 1898.

Es probable que las Diaconisas también sirvieran como representantes de los difuntos en el Bautismo con Agua y el Sellamiento. Pues en 1910 la asamblea de Apóstoles decidió “que el Sellamiento de los difuntos debía realizarse exactamente igual que la Santa Cena para los muertos”.

En algunos casos, las Diaconisas también participaban en el suministro de la Santa Cena. El posterior Apóstol Mayor Johann Gottfried Bischoff lo relató en 1929 en el folleto para portadores de ministerio “Estrella que guía”: “Durante la guerra, por ejemplo, había tan pocos portadores de ministerio y hermanos en algunas comunidades que se tuvo que recurrir a Diaconisas para dispensar la Santa Cena”.

Con la bendición del Apóstol

Las fuentes primitivas revelan poco sobre la institución de Diaconisas. El informe más antiguo conocido hasta ahora data de 1874 y menciona que en la comunidad Enkhuizen “el hermano S. Sterk y la hermana Sterk-Bezaan recibieron la bendición como Diácono y Diaconisa”. De este modo, hombre y mujer fueron tratados con igualdad.

El informe sobre las instituciones en la comunidad Hamburgo es notable: tres mujeres “a las que ya se les había confiado el ministerio de Diaconisa” recibieron “la bendición del Apóstol” en diciembre de 1897. A diferencia de la Iglesia Católica Apostólica, las Diaconisas recibieron su ministerio del mismo modo que los portadores de ministerio varones.

Ordenadas en el ministerio

Entonces, ¿fueron ordenadas las Diaconisas? En su momento, el término “ordenación” había caído en desuso en alemán. Originaria de los Países Bajos de impronta calvinista, la palabra había sido desplazada por “institución” y no volvió a utilizarse hasta la década de 1970. En inglés, en cambio, seguía siendo “ordained”.

El historiador de la Iglesia Nueva Apostólica Dr. Manfred Henke ha analizado este tema: “Basándome en un examen del uso de esta palabra, llego a la conclusión de que las Diaconisas de la Iglesia Nueva Apostólica han sido ordenadas”.

Más a favor que en contra

El hecho de que las Diaconisas eran consideradas portadoras de ministerio también lo corroboran otras pruebas: por ejemplo, en 1919 había 24 Subdiaconisas, además de 19 Diaconisas, en los Países Bajos. Y el Ayudante Apóstol Mayor Heinrich Franz Schlaphoff incluyó a las Diaconisas entre los Diáconos y los Subdiáconos en su estadística de ordenaciones, que registró desde 1930 hasta 1951.

Las Diaconisas como portadoras de ministerio ordenadas. Lo que queda claro es que la historia en la Iglesia Nueva Apostólica habla más a favor que en contra de las mujeres en el ministerio. Sin embargo, falta una justificación doctrinaria fundamental para la práctica de los primeros 80 años, así como para las ocho décadas que le siguen.

Este artículo se basa en un trabajo preliminar aún no publicado del historiador de la Iglesia Dr. Manfred Henke para una obra científica sobre la historia de la Iglesia Nueva Apostólica.