¡Los débiles hacen obras fuertes!

No hay que fijarse siempre en los números, advierte el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Lo que es común para el hombre moderno es inadecuado para la difusión del Evangelio. Dios perfecciona su Iglesia a través de personas imperfectas.

Heilbronn, el 24 de octubre de 2021: El presidente internacional de la Iglesia celebra un Servicio Divino para los portadores de ministerio de la Iglesia con sus esposas en presencia de todos los Apóstoles europeos. El texto de enseñanza es el de 2 Corintios 12:9: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad es un resumen del Evangelio, explica el Apóstol Mayor. Después de todo, esto ya ha comenzado con Jesús: Al principio, su trabajo tuvo éxito, dijo el Apóstol Mayor. Realizó grandes milagros que atraían la atención de las personas hacia Él, de modo que miles de personas acudían a Él. Pero luego el panorama se invirtió: fue rechazado, abandonado, apresado, matado. Al principio, fuerte y exitoso y luego, de repente, muy débil. Pero el poder de Dios se mostró precisamente en esa debilidad. El Señor venció a la muerte y resucitó. “¡Y ese es el verdadero mensaje de la fe cristiana!”.

Pablo, débil y fuerte

El Apóstol Mayor Schneider se refirió a Pablo. ¡Qué héroe de la fe fue! Aunque también tuvo que luchar con las imperfecciones: “No es que cuando hablaba, todo el mundo estaba atento y lo escuchaba. No era un gran orador, sino una persona enferma y débil, constantemente afligida”. Fue arrojado a la cárcel, tuvo accidentes, sufrió un naufragio, fue atormentado públicamente. Hubo divisiones, escándalos en las comunidades. “Esto no fue tan exitoso, solo tuvo que enfrentarse a problemas. Pero esta debilidad era solo el lado visible. Dios bendijo la obra de Pablo de tal manera que aún hoy nos alimentamos de ella”.

La Iglesia, débil y fuerte

“... mi poder se perfecciona en la debilidad”. Esto también se aplica a la Iglesia, continuó el Apóstol Mayor. También empezó con poco, luego tuvo algunos éxitos y luego de nuevo divisiones. Se volvió a empezar, las cosas se pusieron cuesta arriba y hubo años dorados, crecimiento y más crecimiento. “Todos los años un número récord de Sellamientos. Hoy, cuando nos reunimos, esto se ve un poco diferente”. El Apóstol Mayor Schneider comentó: “Hermanos y hermanas, no se puede medir el éxito y la eficacia de Dios con criterios humanos. Es una afirmación básica”. Jesús confió en su Padre. Pablo creyó en su misión y en el Evangelio hasta su último aliento. “Esto también es cierto para nosotros. ¡Debemos creer que Jesucristo está presente! ¡Debemos creer que el Espíritu Santo actúa con su poder y su omnipotencia! Esto no puede medirse con criterios humanos”.

La debilidad a causa de la fuerza

Pablo fue un paso más allá en sus pensamientos, explicó el máximo dirigente de la Iglesia. En realidad, es normal que las personas sean débiles, y así debe ser. “Somos débiles para colocar nuestra confianza en Dios y no en nosotros mismos”. Es importante no mostrar una “falsa humildad”, por ejemplo, diciendo: “Yo no puedo hacer eso, soy demasiado pequeño, no puedo hacerlo, tienen que hacerlo otros”. Es mucho mejor colocar toda la confianza en Dios. “Cuando Dios te llama, sabe exactamente lo que puedes hacer. ¡Confía en su poder! Puede hacer obras perfectas con personas imperfectas”.

En nuestra debilidad dependemos del poder de Dios, esa es también una enseñanza de Pablo. “Por supuesto, esto no encaja en nuestro mundo, en nuestras ideas. El hombre moderno tiene la necesidad de entenderlo todo, de poder explicarlo todo, de tenerlo todo bajo control: El método adecuado aplicado correctamente en el momento adecuado, ¡entonces debe funcionar! Y si no lo hace, pues a otra cosa…”. Pero este principio es erróneo en materia de la fe.

No causar tropiezo en el camino de Dios

“Pablo dice algo más en su epístola: que no debemos causar tropiezo en el camino de Dios”. Él logró la misionización de los gentiles. Si se mira hacia atrás en la historia del cristianismo, uno se da cuenta de que, de vez en cuando, los siervos y la Iglesia llegaron a ser más importantes que Jesucristo. “Para defender la institución Iglesia y sus intereses, fueron olvidadas algunas piedras angulares del Evangelio”. También en la historia nuevoapostólica hubo momentos en los que a veces se olvidó el Evangelio y se actuó con agresividad para combatir a los ‘adversarios del mal’. Pero “el Evangelio siempre tiene la máxima prioridad. ¡Va primero!”.

Usar la fe con moderación

Usar la fe con moderación. Esto es lo que el Apóstol Mayor pidió finalmente a la comunidad. “¡La fe se ha convertido en un bien escaso hoy en día!”. Para la gente moderna, por cierto que es difícil simplemente creer. Si alguien cree en Dios, eso es mucho. Y como la fe se ha vuelto tan escasa, hay que usarla con moderación. “Solo debemos apelar a la fe cuando se trata de la salvación. En lo que respecta a la relación del ser humano con Dios, se requiere fe. Y sin fe, no funciona”. Pero en cuestiones de organización o estructura, cuando se trata de opiniones, tradiciones, normas, no se pide la fe. “Allí es donde se pide competencia, allí es donde se pide comprensión, sentido común y –muy importante– ¡amor al prójimo! Necesitamos fe en Dios, fe en el Evangelio, en la doctrina de Jesucristo. Necesitamos la fe cuando se trata de la relación con Dios. Para todo lo demás, no debemos apelar innecesariamente a la fe”.

La gracia enriquece

“Bástate mi gracia” suena mal, dijo el Apóstol Mayor Schneider en sus palabras finales. Sin embargo, esto solo debe entenderse como una indicación de lo rico que es el creyente en Dios. “Bástate mi gracia” no significa que haya que contentarse con poco, sino que es un signo de riqueza. “Bástate mi gracia” no es un consuelo, sino simplemente un llamamiento: “¡Sé consciente de lo rico que eres!”.

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