En foco 4/2022: ¡La unidad, antes y ahora!
“El que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene”. ¡Qué hermoso testimonio dio el filósofo griego Arístides de Atenas a los primeros cristianos! Reflexiones del Apóstol de Distrito Michael Deppner (RD Congo).
Poco antes de ir a la cruz, Jesús se tomó el tiempo de orar por sus discípulos y por los que habrían de creer en Él por la palabra de ellos: “… para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:20-23).
Hasta cuando se acercaban los horrores de su propia muerte, Él se centró en la unidad de su Iglesia. El amor de unos a otros y nuestro deseo de compartir lo que tenemos, son un testimonio de que Cristo fue enviado por el Padre. A través de nuestra unidad en la comunidad y en Cristo, damos testimonio de que Dios ama a su pueblo, así como ama a Cristo.
Recientemente, leí un testimonio de los primeros cristianos. Fue dado por Arístides, un filósofo griego, al emperador romano Adriano en el siglo I:
“… aman a su prójimo y juzgan con justicia. Los que no quieran se les haga a ellos no lo hacen a otros. A los que los agravian, los exhortan y tratan de hacérselos amigos, ponen empeño en hacer bien a sus enemigos, son mansos y modestos… Se contienen de toda unión ilegítima y de toda impureza… No desprecian a la viuda, no contristan al huérfano; el que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un verdadero hermano. Porque no se llaman hermanos según la carne, sino según el alma… Están dispuestos a dar sus vidas por Cristo, pues guardan con firmeza sus mandamientos, viviendo santa y justamente según se lo ordenó el Señor Dios, dándole gracias en todo momento por toda comida y bebida y por los demás bienes… Este es, pues, verdaderamente el camino al reino eterno, prometido por Cristo en la vida venidera…”.
Esto me conmovió y no pude evitar preguntarme, ¿describe esto mi vida en la comunidad de Cristo? Se podría decir que los tiempos eran más sencillos entonces. En nuestro ajetreado mundo nos quedamos atrapados en nosotros mismos. Dicho esto, no creo que nuestros primeros hermanos y hermanas lo tuvieran tan fácil.
Cristo demostró que en los peores momentos de su existencia aquí en la tierra, se preocupó por nosotros: Oró por nosotros y por nuestra unidad con Él y con el Padre.
Permanezcamos en esta unidad: con Cristo y unos con otros en la comunidad. La comunidad es un verdadero “invernadero” para nuestro futuro. En ella aprendemos a sentarnos con aquellos que no elegimos ni necesariamente nos gustan en un primer momento. Comemos en la misma mesa. Oramos juntos por el mismo perdón, y alabamos y agradecemos juntos al Padre celestial.
Foto: ENA RD Congo Ouest