En foco 13/2022: Vivir juntos en comunión

Hacer el bien a la sociedad a pesar de las hostilidades. Esto no solo es posible, sino que incluso es un aspecto del lema del año, explica el Apóstol de Distrito Edy Isnugroho (Asia).

Nuestro Apóstol Mayor mencionó que un nivel del lema “Juntos en Cristo” es vivir en comunión. Cuando nuestros hermanos y hermanas provienen de la religión predominante y se convierten a la fe nuevoapostólica, con frecuencia experimentan un trato injusto por parte de la sociedad. Entre otras cosas, son acosados por personas que utilizan poderes sobrenaturales, tienen dificultades para obtener documentos, ya no tienen derecho a la herencia de sus padres y al fallecer no pueden ser enterrados en el cementerio público de su pueblo.

Los hermanos y hermanas de la comunidad de Bali, Indonesia, se encuentran dentro de este grupo de personas. Cuando se fundó en 1985, la pequeña comunidad estaba compuesta por unas pocas familias, que eran pobres, sin estudios y procedentes de castas bajas. Por un lado, el trato injusto de la sociedad ha hecho que nuestros hermanos y hermanas se acerquen más a la comunión. Se ayudan unos a otros en la vida de la comunidad y en la vida cotidiana. Han pasado tres décadas desde entonces. Un padre de familia tuvo éxito con el comercio de verduras. Otro padre de familia también fue exitoso en su trabajo, en un pequeño negocio. Estas personas exitosas ayudan a nuestros jóvenes de familias pobres a pagar sus estudios. La Iglesia también los ayuda con las becas. Ahora, la mayoría de los jóvenes de aquí tienen acceso a una educación universitaria. Por otro lado, la injusticia que han experimentado nuestros hermanos y hermanas los alienta a hacer el bien a los demás. Entre otras cosas, han hecho un considerable esfuerzo para mejorar a sus pueblos y el nivel de vida de la población, promoviendo el turismo para que tanto turistas locales como extranjeros se sientan atraídos a visitar el lugar. Hoy, la gente reconoce que nuestros hermanos y hermanas, que eran pobres y sin educación, han cambiado. Son reconocidos como cristianos que se dedican a adorar a Dios y aman hacer el bien a los demás, siguiendo la enseñanza cristiana.

Una hermana de Lampung, Sumatra, relató una experiencia de su vida. Hace treinta años, ella abandonó la religión predominante y se convirtió en nuevoapostólica, al casarse con un miembro de nuestra Iglesia. Su matrimonio fue bendecido con tres hijos. Se ganaban la vida con la agricultura. Esta familia sencilla llevaba una vida agradable y feliz. Los hijos crecieron y uno a uno se fueron casando. Toda la familia participaba activamente en la Iglesia. Luego, su esposo falleció. Poco tiempo después, también fallecieron dos de sus hijos. Tras la muerte de su marido y sus dos hijos, la vida de nuestra hermana dio un giro drástico. Los rendimientos de las cosechas eran escasos, se volvió pobre. También necesitó ayuda para alimentar a su familia. Los hermanos de la comunidad la ayudaron para que pudiera vender ropa en su pueblo y así ganarse la vida.

Luego, vinieron sus hermanos biológicos y dijeron que la desgracia y el sufrimiento se debían a haber dejado su religión anterior. La instaron a volver a la religión predominante, ofreciendo ayudarla con su vida cotidiana y prometiéndole una parte de la herencia de sus padres. Pero nuestra hermana se negó. Ella eligió permanecer fiel como cristiana nuevoapostólica, aunque fuera pobre. Incluso les dio testimonio de por qué ella era nuevoapostólica. Tiene buenos hermanos y hermanas en la fe que la cuidan sin esperar nada a cambio. Cree en un futuro glorioso, junto a Dios en su reino. Cree que se reencontrará con su marido y sus hijos en la gloria, así como con otros que han partido antes.

Otros hermanos y hermanas contaron historias similares. Confiesan que han obtenido la fortaleza para permanecer fieles al Señor y crecer en la fe gracias a vivir juntos en la comunidad, porque los hermanos y las hermanas sentían empatía y compasión por ellos. Qué hermosa es la palabra: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran”. (Romanos 12:15)

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