Estar unidos interiormente unos con otros es una expresión del poder del Espíritu Santo. Esta comunión es una cuestión de voluntad y no de la limitación en las oportunidades, dice el Apóstol de Distrito Rüdiger Krause (Alemania del Norte y del Este).
Nuestro Apóstol Mayor ha prefijado para este año el lema “Juntos en Cristo”. Al comienzo del año, cuando pensaba en este lema, mis pensamientos se dirigieron a nuestros hermanos y hermanas en la fe de los primeros tiempos. En Hechos 4:32 leemos: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma…”. Me parece interesante el versículo anterior. Allí dice: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”.
Recibir el don del Espíritu Santo fue, entonces, un requisito para que los creyentes fuesen de un solo corazón y una sola alma. En ese momento estuvieron “juntos en Cristo”. Los cristianos de aquella época ya estaban llenos de la misión de difundir la palabra del Señor. Pero el factor decisivo fue que llegaron a ser de un solo corazón y una sola alma. Por eso, estaban unidos interiormente, siendo así capaces de difundir el mensaje de Cristo. También estaban unidos por el amor. En el curso posterior del versículo 32 dice: “y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común». Esto seguramente habrá sido un gran desafío en ese momento. Ya en el capítulo 5 de los Hechos leemos sobre lo sucedido con Ananías y Safira.
Hoy lo importante no es compartir “todo lo que poseemos” con los demás. Queda por saber si fue así hasta la última consecuencia en aquella época. Lo decisivo fue la nueva actitud interior que mostraron los primeros cristianos en aquella época.
El “juntos en Cristo” experimenta un desafío especial en nuestra época. Hace solo unas semanas podíamos experimentar la comunión habitual de los Servicios Divinos con limitaciones y no sabíamos cuánto duraría ese estado, ni sabemos si volverá. Y, sin embargo, podemos estar y permanecer unidos interiormente con los demás. Sé por algunos hermanos y hermanas que han adoptado una actitud distanciada hacia la comunidad. Esto no está en el sentir de Cristo y, en última instancia, no conduce a la meta. La actitud interior es decisiva. Aunque no podíamos vernos como habitualmente para tener una comunión en este sentir, seguía siendo importante mantenernos unidos entre nosotros. Solo así se puede dar testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder y la abundante gracia permanece con todos nosotros (véase el versículo 33).
Hago un llamamiento a todos nosotros para que tengamos y mantengamos la comunión unos con otros en Cristo. Es una cuestión de voluntad y no de la limitación en las oportunidades. Solo así podremos seguir el ejemplo de los primeros cristianos: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).
Foto: NAK Nord- und Ostdeutschland