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En foco 12/2022: No encerrarse en uno mismo

agosto 22, 2022

Autor: Tshitshi Tshisekedi

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Durante una pandemia, es importante aislarse para evitar el peligro. En la vida de la comunidad es diferente: allí, el aislamiento es un peligro, advierte el Apóstol de Distrito Tshitshi Tshisekedi (RD Congo Sudeste).

Uno de los males de la sociedad actual es que las personas se encierran en sí mismas. En la vida de la comunidad, en lugar de aislamiento, necesitamos reciprocidad, estar juntos. De esta forma, podremos derrotar a nuestro enemigo común, el “maligno”. Esta reciprocidad está claramente definida en 1 Corintios 12:7: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. La manifestación del don recibido del Espíritu Santo debe ponerse fundamentalmente al servicio del desarrollo del conjunto, es decir, de la Iglesia, y no usarse para provecho propio. Existe esta debilidad relacionada con el ego del ser humano que lo empuja a querer beneficiarse personalmente y no beneficiar al conjunto.

Dios nos ha dotado a cada uno de nosotros de diferentes talentos, dones y habilidades, lo que genera una gran diversidad espiritual en la Iglesia. Existe el peligro de que estos dones de la palabra, la sabiduría y el conocimiento que Dios ha puesto en nosotros se vean ahogados por no tener tiempo para servir en la Iglesia como portadores de ministerio ordenados. Seguramente uno podría decir: Supongo que no soy el único que tiene estos dones en toda la Iglesia. Sí, pero considero que nuestro don es importante, útil y único en provecho de los que nos han sido confiados. Dios nos ha dado una fe fuerte. Debemos saber que los que nos rodean, nuestra comunidad, quieren beneficiarse de esta fe. A través de nuestra participación en la comunidad, nuestra fe será contagiosa. No esperemos que la vida en nuestra comunidad se deteriore para señalar con el dedo a nuestros dirigentes, por ejemplo, sino que apelemos a este don que Dios ha puesto en nosotros para recomponer a la comunidad. Estoy convencido de que hay al menos un miembro en cada comunidad que tiene este don. Queremos hablar de comunidades fuertes, no de unas pocas personas con una fe fuerte.

El versículo 10 enumera una serie de otros dones. Veo esto como la variedad de dones que podemos encontrar en la Iglesia. Cada uno de nosotros debe reconocer el don que está activo en él y, si es posible, ponerlo al servicio de la Iglesia para provecho de todos. Solos y aislados, corremos el riesgo de volvernos aún más culpables, pensando que nadie puede entendernos o que nuestro mal es mayor que el de los demás. Pero si participamos activamente en la comunidad, encontraremos que los demás no nos condenan, al contrario, se unen a nuestros sentimientos y Jesús es el centro de todo, dispuesto a perdonarnos.

Ciertamente tenemos mucho que hacer como Iglesia, pero confío en que si cada uno de nosotros, en lugar de lamentar lo que estuvo mal, aporta su don como luz a la comunidad, acabaremos encontrando una salida. ¡Juntos somos fuertes!

agosto 22, 2022

Autor: Tshitshi Tshisekedi

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