En el ejemplo de Jesús: encargo y autoridad

Otros pueden hacer milagros. Los portadores de ministerio de hoy enseñan y predican el Evangelio. Y lo hacen siempre y en todas partes. En un Servicio Divino para portadores de ministerio, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider les recordó su servicio.

Jesucristo eligió a doce de sus discípulos y les dio un encargo y autoridad ministerial. “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5:42). El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider basó en este relato bíblico la prédica de su Servicio Divino para portadores de ministerio del 7 de julio en la iglesia central de Limete, en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo.

Los presentes ya habían recibido un encargo con su ordenación y ahora escuchaban con atención lo que el dirigente de la Iglesia podía decirles sobre el correcto ejercicio de su encargo ministerial. Citó para ello el ejemplo de Jesucristo.

La preparación lo es todo

Antes de enseñar el Evangelio, Jesús tuvo que prepararse. Estudiaba la Biblia, escuchaba y hacía preguntas. Y solo cuando había aprendido lo suficiente, fue impulsado por el Espíritu Santo para cumplir con su actividad de enseñanza. “Comenzó a interpretar las Escrituras, que ahora conocía bien, a la luz del Espíritu Santo”, informó el Apóstol Mayor. Y al hacerlo, el Hijo de Dios subrayó repetidamente: “Esta no es mi doctrina, sino la del Padre”.

“Lo que es cierto para Jesús también lo es para nosotros”. El Apóstol Mayor exhortó a los siervos de Dios a leer intensamente la Biblia. Interpretarla a la luz del Espíritu Santo significa comprobar si lo que se predica está en consonancia con la doctrina de Cristo. “Si no encaja, entonces no es para nosotros”. El Espíritu Santo ayuda a decidir qué es importante para la salvación y qué no lo es.

Un portador de ministerio también debe examinarse siempre a sí mismo para ver si no está predicando su propia doctrina. “Nuestra prédica, hermanos míos, debe estar de acuerdo con el Catecismo, debe estar de acuerdo con la enseñanza de los Apóstoles y la enseñanza establecida por el Apóstol Mayor”.

Encargo: anunciar el Evangelio

No es el encargo de los portadores de ministerio hacer magníficos milagros. “Dejad los milagros a otros, nosotros tenemos otra tarea: preparar a la novia de Cristo. Ese es el milagro”.

Entonces, ¿qué hay que predicar? Hay que proclamar la gracia del Señor, no su juicio, y anclar y fortalecer el amor a Dios y al prójimo, no dictar reglas.

El uso adecuado de la autoridad ministerial

“Hemos recibido el encargo de enseñar y hemos recibido autoridad ministerial”, recordó el Apóstol Mayor. “¿Cómo debemos utilizar este poder?”. También aquí vale la pena ver el ejemplo. Como en el caso de Jesús, la actividad de los portadores de ministerio de hoy debe estar motivada por el deseo de servir. Jesús no quería interferir en la vida de sus seguidores. “No utilizamos nuestra autoridad ministerial para dirigir la vida de los creyentes o para resolver los problemas de la sociedad”, dijo el Apóstol Mayor. “No debéis usar vuestro ministerio para brillar o dejar una huella”. Y la autoridad ministerial no significa que las leyes de Cristo no se apliquen al portador de ministerio, añadió. Por el contrario, “su poder no lo sitúa por encima de las reglas. Su poder lo obliga a aplicar las reglas primero a sí mismo”, explicó el Apóstol Mayor.

Todos los días

Los primeros Apóstoles enseñaban y predicaban el Evangelio todos los días. “Esto no significa que tengamos que predicar todos los días", aseguró el Apóstol Mayor. Significa que el Evangelio es válido siempre y en todas partes. La verdad del Evangelio no depende de las circunstancias de vida de los creyentes, del estado de la sociedad o de las circunstancias personales del siervo. “No, la verdad del Evangelio se aplica en todas las circunstancias, en todo el mundo y en todo momento”.

Enseñar en el templo y en las casas

Cuando era necesario, Jesús entraba en las casas de las personas para predicar. Visitó a María y Marta para consolarlas tras la muerte de su hermano, se invitó a sí mismo a la casa de Zaqueo y visitó a Jairo en su casa porque su hija estaba enferma. También hoy es encargo de los siervos realizar asistencia espiritual para animar y fortalecer a los hermanos en la fe.

“Utilizad vuestro ministerio para ser una bendición para vuestra esposa, vuestros hijos y nietos haciendo en casa lo que predicáis en el altar. Mostrando cómo se vive el Evangelio”, pidió el Apóstol Mayor a los portadores de ministerio. “No uséis vuestro ministerio para gobernar en casa, sino para servir y bendecir”.

Por último, fue mencionada “la casa personal”, el corazón. “Os digo una vez más que podéis ser un excelente servidor y aun así no entrar en el reino de Dios”, recordó el Apóstol Mayor. “No olvidéis vuestra propia alma y vuestra propia salvación”.

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