En foco 5/2023: La verdadera grandeza se demuestra sirviendo

El lema anual “Servir y reinar con Cristo” no significa luchar por poder, deja claro el Apóstol de Distrito Michael Ehrich (Alemania del Sur). Jesús reina de forma diferente a los poderosos del mundo, pues Él no vino para ser servido, sino que Él mismo sirvió.

Los padres normalmente solo quieren lo mejor para sus hijos. Esto se puede ver en los constantes esfuerzos de los padres para asegurarse de que a la próxima generación le vaya mejor. Un hecho relatado en el Evangelio de Mateo habla de ese comportamiento comprometido por parte de una madre. En el capítulo 20, leemos cómo la madre de los hermanos Santiago y Juan pide al Señor que sus hijos puedan sentarse a su derecha y a su izquierda en su reino. Pide, pues, que sus hijos ocupen un lugar destacado en la gloria de Dios. Los demás discípulos se disgustan por el protagonismo de los dos hijos de Zebedeo. Jesús exhorta a sus discípulos con estas palabras: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:26-28).

Que un día los discípulos reinarán al lado del Señor está fuera de toda duda. Sin embargo, Jesucristo deja claro que una actitud que busca poder no es compatible con su naturaleza, porque Él, el Señor, gobierna de manera diferente a los poderosos de esta tierra.

Hasta aquí lo que dice la Biblia. Si Jesucristo mismo no vino para ser servido, sino para servir, con mayor razón lo espera de sus discípulos, entre los que también podemos contarnos.

¿Cómo debemos servir al Señor para poder reinar con Él en su gloria? En primer lugar, servimos a Dios y al prójimo. En ambos casos, la actitud básica de nuestro servir debe caracterizarse por el amor.

De manera muy concreta, servimos

  • asistiendo a los Servicios Divinos, expresando así públicamente nuestra fe;
  • anunciando el Evangelio con palabras, obras y nuestra conducta;
  • haciendo sacrificios espirituales y materiales;
  • aportando nuestros dones a la Iglesia del Señor.

Además, hay muchas otras formas de servir a Dios y al prójimo. Recomiendo reflexionar sobre ello durante unos minutos en silencio, porque quien sirve hoy al Señor se está preparando de manera óptima para reinar con Él en la eternidad.

Información del artículo

Autor:
Fecha:
Palabras claves: