El ministerio (40): Cuando Dios elige

Es un principio de fe en la Iglesia Nueva Apostólica que cuando a alguien se le confía un ministerio, esto se basa únicamente en la voluntad de Dios. Esta idea se denomina “elección”. ¿Pero cómo funciona realmente?

“La fe en el llamamiento divino de los ministerios es parte de la riqueza de nuestra Iglesia”, subraya la carta doctrinaria “Elección y llamamiento para un ministerio” en la edición especial 2/2020 de los Pensamientos Guía. Pues esta fe motiva a los portadores de ministerio y les da fuerza. Asimismo, fortalece la confianza de la comunidad en el ministerio.

Es cierto que la voluntad de Dios halla su expresión en la decisión del Apóstol de ordenar a la persona escogida. “Sin embargo, hay que admitir que esta explicación es algo insuficiente en vista de la importancia del tema”. Y “parece útil explicar un poco los conceptos de la elección divina y el llamamiento para un ministerio”.

Reconocer la voluntad de Dios

En términos puramente formales, la selección de los portadores de ministerio se realiza de la siguiente manera:

  • El responsable local presenta al Apóstol una lista de las propuestas.
  • De esta lista, el Apóstol (o el Apóstol de Distrito) elige a las personas que serán ordenadas.
  • El responsable local toma contacto con las personas seleccionadas.
  • Si las personas dan su consentimiento, el Apóstol las ordena en el ministerio.

Sin embargo, aquí todo el tiempo se trata de la elección. Es tarea de los Apóstoles reconocer la voluntad de Dios y actuar en consecuencia.

Para determinar qué creyentes son llamados por Dios a un ministerio, hay que tener en cuenta una serie de aspectos:

  • Las necesidades de la Iglesia
  • Los dones espirituales
  • Las capacidades humanas
  • La aceptación de la comunidad
  • La aceptación del creyente

Necesidades, dones, capacidades

El ministerio no es un fin en sí mismo, sino que es dado por Dios para responder a las necesidades de la Iglesia. El Apóstol y sus colaboradores deben dejarse guiar por el Espíritu Santo para reconocer las necesidades y expectativas de la comunidad.

Dios concede a aquellos a quienes ha escogido para confiarles un ministerio los dones espirituales necesarios para su ejercicio. Estos incluyen la fe en Jesucristo, su muerte, resurrección y retorno, la fidelidad al Evangelio, el amor a Dios y a los creyentes, la fe en la Iglesia como mediadora de la salvación, en los Apóstoles, los Sacramentos y el ministerio, así como la disposición para servir.

La elección hecha por Dios también se evidencia en las capacidades que ha concedido al creyente. Entre ellas se encuentran la capacidad para poder escuchar, la capacidad de diálogo, la facultad de expresarse en forma comprensible, la actitud abierta, el sentido común, el reconocimiento o la facultad y la disposición para aprender.

La comunidad reconoce al portador de ministerio

El ministerio es un regalo que Dios hace a la comunidad. Él escoge a un portador de ministerio acorde a los creyentes a los que debe servir. Por lo tanto, el Apóstol debe asegurarse de que la persona a la que va a ordenar sea aceptada por la comunidad.

Los dirigentes de comunidad o de distrito declaran si es así en nombre y por encargo de la comunidad. Presentando su propuesta al Apóstol, los siervos dirigentes confirman que la comunidad creyente reconoce los dones espirituales y las capacidades de la persona en cuestión.

Cuando la elección y el llamamiento se encuentran

La elección divina siempre va de la mano del llamamiento. Esto se manifiesta, por ejemplo, en el desarrollo personal. Así, Dios despierta en el corazón de la persona que ha sido llamada el agradecimiento por los dones y favores recibidos, el amor a Dios y a la Iglesia, y un sincero deseo de servir.

“Tenemos la convicción de que este llamamiento le es ofrecido al creyente por el Apóstol o, de necesario, por su representante. Pero esta, por cierto, no es la única posibilidad para que Dios llame a un creyente a su servicio”, subraya la carta doctrinaria. “La articulación del sentimiento de ese llamamiento interior con el llamado del apostolado es lo que hace posible al creyente alcanzar la certeza de que es llamado por Dios para un ministerio”.

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Andreas Rother
07.12.2023
ministerio, declaraciones doctrinales