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En foco 6/2024: Preparar el corazón para la oración

marzo 11, 2024

Autor: Enrique Eduardo

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En el camino hacia la meta una herramienta fundamental es nuestra oración a Dios; es “el respirar del alma” (Catecismo INA 13.1). ¡Orar funciona! Pero… ¿qué sucede si hay obstáculos en el corazón?

Antes necesitaremos responder otra pregunta: ¿Cuáles podrían ser esos obstáculos?

Al adorar…

Si Adán y Eva se hubiesen comunicado con Dios antes de tomar una decisión errónea, tal vez no habrían caído en pecado. No expresaron en forma transparente su duda, no confiaron en Él.

De este relato surge uno de los obstáculos: dudar de Dios, que no confiemos en Él y busquemos planes alternativos a su voluntad. Para adorar a Dios no debemos tener dioses ajenos delante de Él. Valoremos su majestuosidad, su omnipotencia, su omnipresencia.

Al agradecer…

Nuestro agradecimiento en la oración debería ser pleno y honesto. Nuestros proyectos materiales podrían transformarse en un obstáculo cuando, para lograrlos, ponemos en riesgo nuestra relación con Dios. Si para llevarlos a cabo debemos tomar decisiones que están fuera de su voluntad, deberíamos descartarlos. Muchas veces la avaricia, la ambición desmedida, el compararnos con nuestro entorno, los celos, la envidia, son un obstáculo para valorar lo que Dios nos ha dado.

Al pedir…

En el plan de salvación de Dios, muchas veces la “agenda” que el Señor nos tiene preparada no coincide con la nuestra, es decir, con nuestros deseos e ideas. A veces pedimos a Dios cambios en nuestra vida que no son buenos para la meta de la comunión eterna. En cambio, si nuestras peticiones hacen foco en nuestra salvación, entonces veremos cómo la agenda de Dios coincidirá con la nuestra. Seamos perseverantes y pacientes (ver la parábola de la viuda y el juez injusto, Lc 18:1-8). También oremos en forma fervorosa: en la parábola del amigo que pedía, Jesús destacó que una oración fervorosa surte efecto (Lc 11:5-10). Y oremos en forma humilde, como lo enseña la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18:10-14).

Al interceder…

Hemos sido llamados a servir a Dios y al prójimo. En nuestras oraciones el egoísmo no debe sofocar el amor al prójimo. El resentimiento y la falta de disposición al perdón disminuyen la efectividad de nuestras oraciones. Intercedamos por quienes nos rodean sin prejuicios, de manera amorosa, dedicada y perseverante; detengámonos en sus necesidades para la salvación del alma. Nunca pensemos que orar por el prójimo es en vano.

En resumen, algunos de los obstáculos que debemos vencer cuando oramos son:

  • al adorar: la duda y la desconfianza
  • al agradecer: la avaricia, la ambición desmedida, los celos, la envidia
  • al pedir: la inconstancia, la impaciencia, la tibieza, la soberbia
  • al interceder: el egoísmo, el resentimiento, los prejuicios, la resignación y la falta de disposición al perdón.

Preparemos el corazón. Tenemos mucho que reflexionar para eliminar los obstáculos en nuestro corazón antes de orar a Dios.

Porque ¡orar funciona!

marzo 11, 2024

Autor: Enrique Eduardo

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