Cinco sabidurías vitales del salmista

Mostrar a Jesús como referente a las generaciones jóvenes. No cargar a los niños como presiones ejercidas sobre nosotros mismos. Responder al presunto abandono de Dios con vivencias propias. Pensamientos profundos del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider.

215.000 participantes celebraron el domingo 28 de febrero de 2016 un Servicio Divino para la tercera edad, el primero de este tipo en la Iglesia regional Congo. 3.700 hermanos y hermanas se reunieron para ello en la iglesia Limete Central. Los demás vivieron este estreno por transmisión satelital en sus comunidades. Y hubo más participantes que no pudieron ser contados en la emisión nacional de la televisión congoleña. Sirvió como base a la prédica la palabra de Salmos 71:18: "Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir". El Apóstol Mayor estuvo acompañado por los Apóstoles de Distrito Michael Deppner (Congo Oeste), Mark Woll (Canadá) y Tshitshi Tshisekedi (Congo Sudeste), así como por 34 Apóstoles de la Iglesia regional anfitriona.

El salmo es una fuente de enseñanzas, manifestó la máxima autoridad de la Iglesia, y el salmista es alguien que dispone de una gran experiencia de vida. El Apóstol Mayor explicó cuáles son las sabidurías de este varón de Dios y dedujo de ellas un programa de trabajo para el presente.

Dios bendice a través de la salvación, no a través de una vida feliz.

"Algunos de nosotros quedamos muchas décadas fieles al Señor y no obstante, hoy estamos en grandes dificultades". ¡Pero no se trata de tener una vida feliz, sana y libre de sufrimiento! "La bendición que Dios les tiene preparada a los fieles, no es liberarlos del sufrimiento de este mundo, sino la vida eterna, la comunión con Jesucristo".

Confiamos en Dios, aunque otros hablan de que Él los ha abandonado.

También nosotros escuchamos las preguntas que le eran planteadas al salmista, similares a las de la época actual: "¿En qué te has beneficiado por servir al Señor? ¿En qué te has beneficiado por ofrecer tu ofrenda?". Por experiencia propia sabemos, como dijo el Apóstol Mayor, que Jesús está con nosotros. "No se lo puedo demostrar a mi vecino. Pues siento en mi corazón y en mi alma que Jesús está presente. Experimento que Él está presente en el Servicio Divino. Lo escucho cuando Él habla conmigo. Experimento que Él está presente en el festejo de la Santa Cena. Y sé que me escucha cuando oro". Con estas experiencias podemos resistir al espíritu que pregunta: "¿Dónde está tu Dios?".

Necesitamos la ayuda de Dios, aunque tengamos mucha experiencia en nuestra vida.

"Todos nosotros disponemos de una gran capital de experiencias. Pero sabemos muy bien que si Dios no acude en nuestra ayuda no podemos ser salvos. Nadie puede ganarse su salvación", expresó el Presidente de la Iglesia. "Y todavía hoy, después de 50, 60 o 70 años de fidelidad a Dios, dependemos por completo de la ayuda de Dios. Con 80 también sigo necesitando la palabra de Dios. Con 85 todavía necesito la Santa Cena y necesito a mi Pastor, ese jovencito que hoy está activo".

Necesitamos la gracia para ser liberados de los reproches del maligno.

"Es igual la edad que tengamos, qué experiencia tengamos, qué ministerio portemos: nadie, verdaderamente nadie puede ser salvado sin la gracia de nuestro Señor Jesús. Bienaventurado es el hijo de Dios, bienaventurado el portador de ministerio, que guarda esta humildad en el corazón y humildemente se presenta ante Dios y le dice: 'Dios, por favor, ¡no me dejes solo! ¡Concédeme esta gracia!'".

Nuestra actual posición de corazón es decisiva para nuestra salvación.

Depende del hoy y ahora, dijo el Apóstol Mayor. No son decisivas para la salvación las obras de hace diez años, sino lo que pensamos y hacemos actualmente. "Quisiera abordarlo de nuevo porque me preocupa: uno u otro quizá podría apoyarse en sus logros y decir: '¡Hice tanto por el Señor!'. Pero si el Señor viene hoy, no mirará lo que has hecho hace diez años. Mirará lo que hay en tu corazón ahora".

Al salmista de aquel tiempo –y en la misma medida al cristiano hoy– le encomiendo algo, a pesar de toda la experiencia que tenga. Nadie puede retirarse y decir que ya ha hecho bastante. Cada uno de nosotros está al servicio del Señor y al servicio del prójimo, mencionó la máxima autoridad de la Iglesia, incluso el portador de ministerio que está en descanso, cada madre, cada padre. Del encargo encomendado forma parte:

  • Alabar a Dios. "A través de nuestras palabras, a través de nuestra conducta demos a conocer a Jesús. El Señor no nos envía para que informemos a todos lo que hacemos nosotros y lo que hemos hecho nosotros. El Señor espera de nosotros que informemos lo que Él ha hecho y todavía hace. Este es nuestro encargo".
  • Confesar la victoria de Cristo. "De poco sirve pregonarlo a viva voz por todas partes. ¿Cómo podemos transmitir este mensaje? Demostrando que confiamos en Dios, que llevamos esta paz, esta seguridad en silencio dentro de nosotros".
  • Demostrar la eficacia de la bendición divina. "La bendición consiste en que tengas la potencia para vencer hoy a tus enemigos. Siempre me impresiona mucho cuando me encuentro con hermanos y hermanas ancianos que todavía están en condiciones de vencerse a sí mismos. Están dispuestos a cuestionarse a sí mismos".
  • Dar testimonio de la gracia de Jesús perdonando. "Toda nuestra vida estuvimos tan contentos porque Dios nos perdona los pecados y nos concede su gracia. ¿Cómo podemos demostrar este poder del perdón? Muy sencillo: perdonando también nosotros. Como Jesús nos ha perdonado, perdonamos también nosotros".

¿A quiéh hay que darle testimonio?, preguntó el Apóstol Mayor para terminar. Podemos ver en ello una alusión a nuestra juventud y a nuestros niños. El Apóstol Mayor también dejó en claro que de esta generación joven no debemos esperar que vivan la misma vida que tuvieron las generaciones mayores. "¡Nosotros no somos un referente! El referente es Jesús. No los coloquemos bajo las mismas presiones en las que vivimos nosotros. Ellos viven en otro tiempo". Y acentuó: "¡Que podamos distinguir lo importante de lo secundario! Es importante que los niños y los jóvenes se orienten en su ejemplo Jesucristo y pongan por obra la palabra inspirada por el Espíritu".

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