En foco 17/2018: ¿Tener vocación para algo más alto?

¿Hay alguien que es engreído, arrogante, narcisista? No, el llamado de Dios al seguimiento es un llamado a la fe, al servicio. Lo explica el Apóstol de Distrito Raúl Montes de Oca (Brasil) echando una mirada al diccionario, al Antiguo Testamento y a la vida cotidiana.

Al respecto del significado de la palabra "vocación" el diccionario nos brinda dos significados que podemos fácilmente utilizar en nuestra relación con Dios:

  • Por un lado, se trata de un llamado o inspiración que alguien siente procedente de Dios.
  • Por el otro, se entiende como la inclinación o interés que una persona concibe en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o tarea.

Lo primero se confirma con las palabras que el Apóstol Pablo dirigió a los Efesios: “Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Efesios 4:1).

Lo segundo queda claramente ejemplificado si analizamos la conducta del profeta Samuel. Precozmente el profeta mostró su vocación de fe. Su contundente respuesta: “Habla, porque tu siervo oye” (1 Samuel 3:10) estuvo antes precedida por el llamado, la vocación de Dios.

El llamado en nosotros se concretó a través del misterio de la elección. Ahora el amado Dios espera de nosotros una respuesta similar a la del profeta. ¿Cómo debe ocurrir? A través de nuestra fidelidad a Dios.

La fe compromete radicalmente al ser humano. Al creer, renunciamos a edificar nuestra existencia exclusivamente en nosotros mismos para edificarla sobre Dios.

Creer en Dios es para el cristiano, inseparablemente creer en Cristo, su Hijo amado, el Verbo hecho carne y nuestro Salvador.

  • Como consecuencia, la vocación de fe es vocación de ir al encuentro con Jesucristo para quedar fieles a Él, nuestro Redentor.
  • El Evangelio según Juan 1:29-42 relata el llamamiento de dos discípulos por Juan el Bautista. Oyeron las palabras del profeta: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” y al escuchar este llamado siguieron a Jesús constituyéndose en sus primeros discípulos.
  • Hacer firme nuestra vocación y elección (2 Pedro 1:10) también significa quedar fieles a Cristo a través de nuestro amor al prójimo que es inseparable del amor a Dios.
  • La vocación de fe también ayuda en la perseverancia que no es la mera acción de un espíritu obcecado que no quiere desistir, sino que está ligada a otros valores como la fidelidad a Dios y a Cristo.
  • La vocación a la fe es vocación de ir al encuentro con Jesucristo allí donde Él se manifiesta. “Maestro, ¿dónde moras?”, le preguntaron ambos discípulos. Entonces Él les dijo: “Venid y ved". En cada Servicio Divino escuchamos esta invitación del Señor a venir y a ver. Ser fieles a Cristo tiene también que ver con acudir a su llamado.

En la experiencia del encuentro con Cristo renovaremos nuestra vocación de fe y experimentaremos la necesidad de comunicar a otros que hemos encontrado al Mesías, así como hizo Andrés después de su primer encuentro con el Señor.

Quedar fieles a Cristo debe estar asociado al esfuerzo cotidiano por hacer aún mas firme nuestra vocación y nuestra decisión de seguirlo en la obediencia a sus enseñanzas, en la aceptación de sus enviados y recorriendo con alegría los caminos por los que Él nos conduce hacia la meta anhelada.

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Raúl Montes de Oca
25.09.2018
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