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Cuando Jesús golpea a la puerta

enero 5, 2019

Autor: Peter Johanning

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«Dios está presente», dice un antiguo himno de la Iglesia. Su título original «Recuerdo de la presencia gloriosa y preciosa de Dios» expresa lo que las personas tantas veces olvidan, que Dios es su acompañante de cada día.

Gerhard Tersteegen, un religioso muy conocido en su época, hizo de la presencia cotidiana de Dios una forma de programa para su vida. Este hombre de Baja Renania, Alemania era un pietista que luchó toda su vida por la «verdadera fe». Con 16 años tuvo su vivencia revivalista, como informa más adelante. Se libera de obligaciones y control externo, vive de dádivas caritativas y sigue ayudando como benefactor a los demás. Pobre, en paz y satisfecho muere con 71 años. Hoy todavía se lo recuerda.

Viña, vid, pámpanos

«La presencia de Cristo» es el tema de los Servicios Divinos de enero en las comunidades nuevoapostólicas. Tal vez en forma un poco más abstracta que Tersteegen hace 300 años, las personas de la era moderna se preguntan, ¿cómo puede suceder? ¿Cómo puede estar presente Dios en mi vida? Interesante es que la respuesta siempre sigue siendo la misma. Lo importante es la actitud de cada uno, el reconocimiento que se tiene, el querer reconocer. A tal efecto ayudan ejemplos que Jesús ya por entonces transmitió a su comunidad para que entendiese: por ejemplo, que Jesús es la vid y su Iglesia los pámpanos. Esto es más fácil de entender, pues la vid y los pámpanos son tangibles. El pámpano absorbe su vida de la vid con la que está unido. Después de un tiempo de maduración, surge el precioso fruto.

La Iglesia existe solamente por su vínculo estrecho con Jesucristo. De Él recibe el alimento espiritual que la capacita para llevar a cabo sus funciones. En esta imagen, Dios es el labrador que cuida su viña. Jesús compara a las personas creyentes con los pámpanos de la vid: es la imagen de una maravillosa unidad, un organismo viviente. Los pámpanos fecundos se entrelazan con la vid, tienen un vínculo de vida estrecho con ella y aprovechan la savia que fluye desde las raíces, es transportada por el tronco y llega a ellos. Los pámpanos solo podrán dar frutos si permanecen unidos con la vid.

Dos o tres

Jesús no solo debe estar presente en cada uno, sino también en medio de su comunidad. Cuando la comunidad se congrega para el Servicio Divino, puede estar segura de que Jesucristo está presente en ella en palabra y Sacramento, fiel al versículo bíblico: «Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20). ¡Y no solo está en medio de la comunidad, Él es el centro! Poner a Jesús en el centro es un programa que vale la pena en el nuevo año. Él está en el centro de la prédica –una gran exigencia para el que predica–, Él está en el centro de la oración –un encargo para todos los que oran- y está en medio de la Santa Cena, que sin Él no sería posible.

Quien reconoce esta presencia única en medio de la comunidad, podrá ser partícipe de su paz, su bendición y su ayuda.

Reconocer y hacer

Hay que reconocerlo por más abstracta que parezca la era moderna: Jesucristo es el poder y la sabiduría de Dios. El hombre moderno debe alcanzar este conocimiento. La fe es una dádiva de Dios con la que los creyentes reciben la sabiduría de que la muerte de Jesús no fue un fracaso, sino EL acontecimiento decisivo para la salvación. Para ellos el Evangelio, como la «palabra de la cruz», es, al mismo tiempo, una fuente de fuerzas, una proeza de redención y el aliento para confesar: «Mas para los llamados, así judíos como griegos, predicamos a Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios» (1 Corintios 1:24).

Foto: Vladyslav – stock.adobe.com

enero 5, 2019

Autor: Peter Johanning

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