Los Sacramentos (9): La palabra de muerte para el Bautismo

Inmersión no fue en seguida inmersión. Y Bautismo no fue en seguida Bautismo. A veces son pequeños signos los que revelan grandes innovaciones: Lo que nos dice el texto de la Biblia sobre el más fundamental de todos los Sacramentos.

Bautismo viene de “sumergir”, al menos en griego, pues “baptisma” se remonta a “baptō”. Sin embargo, incluso en el Nuevo Testamento este verbo apenas se encuentra. En cambio, domina otro término.

Los baños de inmersión como ritual de limpieza eran practicados por muchos judíos en tiempos de Jesús, por ejemplo por los esenios o el grupo Qumran. Y pronto, incluso en el judaísmo convencional, en cada una de las mejores sinagogas había una “mikve”: un contenedor de agua donde una persona podía sumergirse completamente.

La diferencia entre estos baños de purificación o abluciones con el Bautismo cristiano se describe exactamente con la otra palabra para inmersión.

De sumergirse a ahogarse

Lono” o “baptō” llamaban los griegos seculares a lo que hacen los judíos: bañarse y sumergirse. Pero bajo ninguna circunstancia habrían escrito “baptizō”, que también significa sumergirse, pero con la connotación de ahogarse o hundirse. Y exactamente este término negativo es la palabra elegida en el cristianismo.

Solo cuatro veces aparece “baptō” en el Nuevo Testamento, pero 80 veces el más mortal “baptizō” y sus formas secundarias como “baptízein”. Es bastante similar lo que sucede con el sustantivo para Bautismo: Solo cinco veces se menciona “baptismós” (también ablución), pero 22 veces la creación propia modificada “baptisma”.

¿Por qué la proximidad de la muerte y el Bautismo es tan importante para los autores cristianos?

Del Bautista a Cristo

Hay un primer indicio en la primera aparición del término: en ese predicador del tiempo final en el desierto que se viste con pelo de camello y se alimenta de langostas. Juan el Bautista llama a una conversión radical. Su baño de inmersión, a diferencia de los otros, no ocurre regularmente, sino solo una vez, porque marca el fin de la vieja vida y el comienzo de una nueva.

Pero la comprensión cristiana del Bautismo va mucho más allá de esto. La indicación decisiva es cómo Jesucristo habla de su inminente muerte en sacrificio: “De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!” (Lucas 12:50). Y: “¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” (Marcos 10:38b).

Este Bautismo de muerte todavía concierne hoy en día a cada persona bautizada.

De muerte a vida

Porque el Bautismo se hace “en el nombre” de Jesucristo. Así es como lo formulan los Hechos de los Apóstoles. Pablo deja claras las consecuencias en Romanos 6: Como “hemos sido bautizados en Cristo Jesús”, también hemos sido “bautizados en su muerte”. Y así como el bautizado está vinculado con la muerte de Jesús, también lo está con su resurrección.

La relación entre la muerte y el Bautismo es el pensamiento central alrededor del cual el Nuevo Testamento despliega muchos otros aspectos de la salvación. En torno a esto girará un futuro episodio de esta serie. Pero antes de eso se tratarán preguntas muy prácticas: ¿Ha bautizado Jesús alguna vez? ¿Cómo instituyó el Sacramento? ¿Y qué forma estableció para él?

Información del artículo

Autor:
Fecha:
Palabras claves: