Mozambique, donde la fe es un milagro

Los países de Sudáfrica y Mozambique se encuentran uno al lado del otro, pero no podrían ser más diferentes en muchos aspectos. Sin embargo, también hay similitudes. Impresiones del país que el Apóstol Mayor visita esta semana.

El Obispo en descanso Alvin Witten y su esposa Jean pasaron meses viajando por Mozambique. Hacía calor, por momentos era peligroso y muchas carreteras estaban intransitables. “Se puede tardar cinco o seis horas en recorrer 100 kilómetros”, cuenta Alvin Witten. Pero sus esfuerzos siempre se veían recompensados cuando encontraban la comunidad a la que se dirigían. “En cada comunidad en la que entras, hay cantos y bailes para darte la bienvenida”, dice el Obispo. “No tienen nada para dar. Van descalzos. Sus ropas están rotas y gastadas. Sin embargo, bailan y cantan y te dan la bienvenida”.

En 2017, el Apóstol de Distrito John Kriel envió a los dos sudafricanos a Mozambique para que pudieran visitar allí a las comunidades, registrar los datos GPS exactos, así como la situación estructural y personal, localmente. De esta manera, el Apóstol de Distrito sabe cómo están las comunidades de su área de actividad y puede apoyarlas mejor.

Solo una frontera y a mundos de distancia

Mozambique es un país vecino de Sudáfrica, pero allí muchas cosas son completamente diferentes. “Siempre digo: estamos a solo una frontera de distancia, pero somos mundos aparte”, dice el Obispo Witten. Esto empieza por las infraestructuras, las carreteras son tan malas que viajar en auto es casi imposible. “La aldea es donde vives, es donde te quedas y es donde mueres”, dice Alvin Witten al describir la situación. Todos viven de lo que cultivan. “La sal, la pimienta y otras especias que tenemos no se consiguen en las aldeas. Tampoco hay tiendas, electricidad ni agua corriente. “Las mujeres caminan kilómetros con baldes para buscar agua. A menudo llevan a sus bebés a la espalda”.

Después de que Mozambique se independizara de la potencia colonial portuguesa en 1975, la guerra civil asoló el país durante 16 años. Aunque se han descubierto grandes yacimientos de petróleo y el clima y el suelo hacen que no haya hambre, Mozambique es uno de los países más pobres del mundo. Los problemas son la corrupción y el analfabetismo.

“Es un milagro”

A pesar de todas las diferencias entre Sudáfrica y Mozambique, “la Iglesia, la doctrina y la liturgia son las mismas”, cuenta el Obispo Alvin Witten. El conocimiento sobre la Iglesia internacional es desigual, dice el Obispo Witten: “Son conscientes de quiénes son. Saben que hay un Apóstol Mayor. Puede ser que no sepan necesariamente quién es porque la información apenas les llega, pero son conscientes de las estructuras”.

Durante meses viajan los “Pensamientos Guía” hasta las comunidades más remotas. No hay correo, por lo que todo tiene que llegar a pie a las comunidades. Por eso, los portadores de ministerio de Mozambique siempre reciben la base para las prédicas en forma de anuario y utilizan siempre el texto bíblico dos años más tarde que en otras comunidades nuevoapostólicas del mundo.

Los creyentes de una aldea normalmente solo conocen al único portador de ministerio de su pueblo. Es raro que un siervo de distrito los visite y aún más raro que uno de los once Apóstoles activos allí visite una de las más de 1.300 comunidades de Mozambique. Y puede ocurrir que este único portador de ministerio no sepa leer ni escribir.

¿Cómo se supone entonces que la palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia lleguen a los hermanos y hermanas en la fe?, uno se pregunta. “Solo se transmite por la gracia de Dios”, está seguro el Obispo Witten. Ha visto una y otra vez que la fe es la misma en todas estas comunidades remotas. “¡Y eso sí que es un milagro!”. Y el hecho de que la fe se haya extendido, también es un milagro para él. “Llegas a esas comunidades remotas y te preguntas cómo se ha extendido tanto la Obra”.

Un árbol puede ser una iglesia

El Obispo Alvin Witten está acostumbrado a los grandes y hermosos edificios de las iglesias de Sudáfrica, con órganos de tubos y otros equipamientos. Esto es muy distinto en la inmensa mayoría de las comunidades de Mozambique. “En las aldeas, las cabañas hacen las veces de iglesia”, explica. A veces la gente se reúne bajo los árboles, con troncos, paja o ladrillos como asientos. “Aunque no haya edificio, tenemos una iglesia porque los Servicios Divinos se celebran bajo los árboles. A veces solo se ven troncos de árbol tirados por allí, y eso es una iglesia”.

Esperando la visita del Apóstol Mayor

Los habitantes de las aldeas de Mozambique trabajan como agricultores autosuficientes. Allí no hay trabajo. “Por eso les resulta fácil ir y asistir a un Servicio Divino”, informa Alvin Witten. Hermanos y hermanas de muchas comunidades están invitados al Servicio Divino. “No hace falta pedir permiso al patrón para ir allí”. Sin embargo, viajar es difícil.

Pero un gran número de hermanos y hermanas asumen con gusto estas dificultades para el Servicio Divino del Apóstol Mayor. “Es un acontecimiento emocionante”, dice el Obispo Witten. “Es una oportunidad para salir de la aldea. Es una oportunidad para conocer a otros cristianos nuevoapostólicos”.

El Obispo Witten ya tiene en mente la recepción del Apóstol Mayor el 8 de diciembre. “Los hermanos y hermanas seguramente expresarán su alegría y emoción con sus cantos y bailes. Y llevarán vestimenta colorida”.

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