Un concierto de Pentecostés lleno de alegría

“Fue un típico concierto zambiano, lleno de alegría y lleno del Espíritu Santo. ¿Qué tengo que decir? ¡Muy bueno!“ Con estas palabras el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider agradeció a los numerosos integrantes del coro y a los instrumentistas. ¡Había varios cientos!

La iglesia central de Lusaka es una obra imponente, más de 1.000 asientos. ¡Pero esta vez no alcanzaron! Muchas personas estaban paradas a los costados o atrás del pasillo. La iglesia estaba colmada. El coro tenía unas 180 voces, la orquesta era sinfónica, con una gran cantidad de ejecutantes. La estructura del escenario ofrecía una vista imponente.

Muchas direcciones musicales, muchas lenguas

Después de un canto de introducción en conjunto, la oración inicial y las palabras de saludo, se desarrolló un programa muy variado: coro, orquesta, coro de niños, solistas, música tradicional , Mendelssohn… Diferentes mundos, diferentes estilos, diferentes lenguas. Considerando los alrededor de 250 invitados de todas partes de África y los Apóstoles de Distrito de todo el mundo estaba bien así.

En seguida en el primer canto hubo tres solistas en el escenario. “El Consolador ha venido”. Estas palabras recuerdan el lema de este año para la fiesta de Pentecostés en Lusaka: “El Espíritu Santo, nuestro Guía y Consolador”. La soprano, junto con un tenor y un bajo desarrollaron un sonido imponente. Sus voces bien formadas cumplieron su efecto con facilidad y en forma impresionante. Fue fácil sentir en ellas una convicción profundamente arraigada. Siguió un primer canto tradicional. Hubo varios de ellos este sábado por la tarde. “Moya ni menyaliwa” canta del Espíritu y de la Esposa, que ambos dicen: “¡Ven!”. Y todos los que lo oyen dicen: ¡Ven! Un pasaje familiar del Apocalipsis.

Cantos tradicionales

“Litunga Lyatate” es un canto tradicional que además fue acompañado por instrumentos tradicionales: tambores, xilofón, triángulos. El volumen de la voz de los cantores entusiasma. Cantaron del “País del Padre y la emoción era tangible. También hubo música occidental: Mendelssohn, dos veces. Se cantó en inglés, de memoria. Las notas, muchas de ellas largas, resonaban en forma impresionante. Felicitaciones. Un canto en francés, en honor al Apóstol Mayor, naturalmente no podía faltar.

El coro de niños entusiasma a los oyentes

Y después vino el coro de niños. Llevó un tiempo hasta que bajasen del escenario los aproximadamente 180 integrantes del coro, el piano los acompañó con algunos cantos. Pero llevó más tiempo hasta que subiesen los niños, ¡pues vinieron más de 200 al escenario! ¡Qué presencia! Estaban todos vestidos de negro con una remera blanca y cantaron en forma poderosa, impactante, entusiasta y sin dificultad vocal alguna. Todo de memoria, sin ningún libro. Un “Toma mi corazón” finalizó sus dos cantos, en los cuales también participó un dúo de niñas. La joven directora del coro realizó su tarea fabulosamente. Cuando bajó del escenario, la premiaron con un aplauso nada ruidoso: los oyentes menearon sus manos.

Pero fue una pieza moderna la que obtuvo la mayor aclamación: una joven soprano convenció a todos con “Ve y alumbra al mundo”, acompañada por piano. El público permaneció callado. Reinaba silencio, pero lleno de gran emoción. “Toma tu vela, ve y alumbra al mundo”.

¿Qué dijo el Apóstol Mayor en sus palabras de agradecimiento al final? ¡Un concierto típicamente zambiano, muy bueno!

Todo sobre la fiesta de Pentecostés 2015 en Zambia: Dossier Pentecostés

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