Nigeria: entre la libertad de cultos y los ataques terroristas

El Apóstol Mayor ora todos los días por los cristianos perseguidos. Al hacerlo, Jean-Luc Schneider piensa mucho en Nigeria, entre otros lugares que merecen su preocupación. El próximo fin de semana realizará un Servicio Divino en este país, cuya región norte es arrasada por las milicias terroristas de Boko Haram.

El Apóstol Volker Kühnle describe a las habitantes de Nigeria como “malabaristas de la supervivencia”. Conoce el país y a su gente porque activó allí durante 17 años como responsable de la asistencia espiritual de 290.000 cristianos nuevoapostólicos. “Por lo general se trata de personas muy alegres a pesar de todas las necesidades que pasan”, comenta y piensa en el camino de sufrimiento que transitaron desde la Guerra de Biafra, pasando por las dictaduras militares hasta el terrorismo islámico que padecen hoy.

Agudo sentido comercial

Con aproximadamente 180 millones de habitantes, Nigeria es el país con más población de África. Si bien encontramos allí ricos yacimientos de petróleo, la mayor parte de las personas vive en la pobreza. Un agudo sentido de la oportunidad comercial ayuda a sortear obstáculos en la lucha por la supervivencia. “Los nigerianos son las personas más ocurrentes que conozco”, formula el Apóstol con discreción, porque conoce la naturaleza de algunas actividades que realizan.

Muestras de este sentido de la oportunidad comercial pudo percibir el Apóstol Peter Gfeller, cuando colocaba los fundamentos de la Iglesia Nueva Apostólica en Nigeria en la década de 1970. Comenta por ejemplo, que cuando todavía era Pastor le tocó lidiar con cuatro Diáconos que eran un dolor de cabeza, porque evitaban que los miembros de su comunidad asistieran a los Servicios Divinos. Se comportaban así porque no recibían salario por sus actividades ministeriales.

Innumerables comunidades religiosas

“Nosotros no hacemos eso”, dice el Apóstol Kühnle que tiene conocimiento de similares pretensiones en la época actual. Los nigerianos, dice el Apóstol, son muy creyentes: el islamismo y el cristianismo tienen el mismo grado de difusión. A ambas religiones se agregan la adoración de la naturaleza. “No hay persona que no crea en algo”. Tan sólo en el cristianismo hay más de mil confesiones. Muchas están organizadas en comunidades y les pagan un salario a sus dirigentes, párrocos y pastores. “Esto no nos facilita la tarea de encontrar y conservar a portadores de ministerios que activen sin recibir retribución”.

Entre las muchas denominaciones, sonríe el Apóstol, impera en general una convivencia pacífica, aunque ocasionalmente también algo ruidosa. Justamente en las ciudades más grandes faltan edificios de iglesia propios. Y en los edificios que se alquilan, de vez en cuando puede ocurrir que ocho confesiones diferentes distribuidas en cuatro pisos realicen sus servicios religiosos al mismo tiempo. “Y todas ellas utilizan micrófonos y altoparlantes”.

Doble trabajo misionero

Para sorpresa de Volker Kühnle, al comenzar su actividad en Nigeria no sólo encontró una comunidad nuevoapostólica, sino dos en aldeas pequeñas. Esto tiene su explicación en la historia misionera: junto con la Iglesia regional Hesse, también Canadá había trabajado en la edificación de la Iglesia en aquel país. En 2001, ambas partes se reunieron en una y quedaron a cargo de la atención de la Iglesia regional Alemania del Sur.

Hasta fines del año 2015, el Apóstol Kühnle fue el responsable de la asistencia espiritual en Nigeria. En adelante, esta tarea quedó en manos de un nigeriano, el Apóstol Geoffrey Nwogu. El Apóstol de 57 años es médico y dirige una clínica especializada en atención de la mujer y en cirugía general. El traspaso, en realidad, ya se debió haber realizado en febrero de 2015 en ocasión de la visita del Apóstol Mayor que estaba planificada. Pero el viaje se tuvo que posponer por la epidemia de ébola que afectó la región en ese momento; recién se pudo hacer ahora.

La persecución del cristianismo

Aunque a un nacional nigeriano le resulta más fácil circular libremente, hasta la vida del Apóstol Nwogu corre peligro en el norte de su país. Los atentados por inmolación, los secuestros en masa y otras crueldades están a la orden del día en esta zona de Nigeria. Las milicias del grupo terrorista Boko Haram son responsables de estos actos violentos. Este grupo que adhiere al fundamentalismo islámico también tiene en la mira a los cristianos.

“Esta situación tampoco pasa inadvertida para nosotros”, relata el Apóstol Kühnle. Es necesario pertrechar los edificios para protegerlos de los explosivos que se detonan en automóviles estacionados. Portadores de ministerio son llevados a la fuerza de sus iglesias, secuestrados y asesinados. El temor se extiende a sus anchas: sólo en la ciudad de Maiduguri, la Iglesia Nueva Apostólica perdió nueve de las once comunidades que tenía. “Aunque como somos una Iglesia pequeña, no nos prestan tanta atención”, afirma el Apóstol porque sabe que, por ejemplo en las comunidades católicas, la situación es mucho peor.

El Apóstol no quiere dar otros detalles: “Predicamos el perdón y la reconciliación. La intención no es atizar el estado de ánimo de los hermanos en la fe, porque sólo les hacemos las cosas más difíciles. El mandamiento cristiano de perdonar al enemigo aquí adquiere una dimensión emocional muy diferente”.

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