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«Ser abierto para todas las personas, para todos los pueblos»

septiembre 12, 2016

Autor: Monika Basche

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Su casa está en dos países, trabaja en tres continentes para la Iglesia y habla seis idiomas. El Obispo Aramik Fesdjian ya es internacional de cuna. En la entrevista cuenta sobre su vida entre distintos mundos.

Usted nació como hijo de padres rumanos en el Líbano. ¿Qué llevó a su familia allí?

Después de la Segunda Guerra Mundial, mis padres huyeron de Rumania. Querían ver si podían crearse una nueva existencia en el Líbano, que en aquel tiempo era considerada la «Suiza de Oriente».

Usted tiene la ciudadanía alemana. ¿Se siente más alemán o libanés?

Ni uno ni otro. Mi padre, que era un rumano de origen armenio, me enseñó a ser abierto para todas las personas, para todos los pueblos. Él me educó para que no me sintiese atado a un determinado lugar, a un determinado pueblo.

¿En cuál de los países que tiene a su cargo viven usted y su esposa?

Nuestro lugar de residencia principal lo tenemos en Beirut y tenemos otro domicilio en Limasol, en la isla de Chipre. Cuando estoy de viaje, prefiero que mi esposa viva en Limasol. Pues en el Líbano alguna vez tuvimos experiencias no tan lindas.

Usted habla muchos idiomas: árabe, armenio, alemán, inglés, francés y rumano. ¿Oficia usted Servicios Divinos en esos idiomas?

Antes me resultaba más fácil, aprender idiomas, ahora ya no va tan bien. Intenté aprender griego, pero no lo logré. Oficio Servicios Divinos en francés (en el Líbano), en inglés y árabe.

¿Le parece difícil su trabajo de asistencia espiritual?

No podría decir que es así. Nací en el Cercano Oriente. Las circunstancias son normales para nosotros. Naturalmente que no todo es fácil, ante todo ahora en Beirut. Pero entonces me pregunto: ¿Preferirías estar ahora en Siria, en lugar de Beirut? Y entonces estoy contento y agradecido. Uno muchas veces experimenta la ayuda de Dios y el amparo angelical. Lamentablemente no somos del todo conscientes de cuán a menudo esto pasa.

¿Recuerda situaciones especialmente peligrosas?

Sí, pasaron muchas cosas. Por ejemplo una vez en el Líbano en 1982, poco antes de la Guerra del Líbano con Israel. Era un tiempo totalmente caótico por entonces en Beirut. Casi no había estado ni policía. De repente entraron hombres con armas en la iglesia de Beirut. Como supimos más tarde, esos hombres querían robar nuestros autos y después asesinarnos. Los autos los robaron, pero a nosotros no nos hicieron nada.

¿Cómo se experimenta entonces la ayuda de Dios?

Lo que vivo muchas veces y también escucho de los hermanos, es la forma de la ayuda divina, que tiene lugar a nivel emocional. Un ejemplo: en 2006 hubo una guerra. Es terrible cuando los aviones arrojan sus bombas. Una hermana me dijo: «Fue horrible, pero yo igual tenía mucha tranquilidad interior». Ella estaba segura de que esa tranquilidad interior se debía a las muchas oraciones por los hermanos del país.

Yo creo que la mayor parte de la ayuda la experimentamos a nivel emocional. Cuando uno está tranquilo en una situación muy peligrosa y no entra en pánico, esto ya es una ayuda de lo alto. La ayuda no consiste en quedar librado de todo peligro. En ese caso, de hecho todos serían nuevoapostólicos o cristianos.

¿Qué estatus tiene nuestra Iglesia en los países de su área de actividad?

Con excepción de Egipto, en todas partes tenemos un estatus oficial, sin embargo no necesariamente como Iglesia. En Turquía, por ejemplo, obtuvimos el permiso como «Fundación Nueva Apostólica», en el Líbano como «Liga de los miembros de la Iglesia Nueva Apostólica en el Líbano». Allí no se nos permite como Iglesia, de lo contrario tendríamos el derecho de tener un asiento en el parlamento.

¿Entonces en esos países los cristianos pueden vivir su fe sin que se los moleste, sin miedo de represiones o ataques?

Sí, por el momento es así. En El Cairo tuvimos que tener cuidado por un tiempo, por ejemplo después del Servicio Divino no nos podíamos quedar afuera conversando, sino que permanecíamos adentro del local de la Iglesia y después nos íbamos de inmediato todos a casa. Pero esto pasó. En los demás países nunca percibí problemas. En el Líbano, la Constitución incluso establece derechos para los cristianos. Uno nunca se siente discriminado como cristiano.

¿Tiene usted un lema, una consigna especial en su vida?

Pienso que siempre hay que mirar lo que uno tiene en común con el otro, y no las diferencias. Hay que edificar en lo que une, no en lo que separa. Esto lo vivimos en el Líbano de una forma muy hermosa. Las Iglesias en el Líbano tienen buenas relaciones mutuas, nos apoyamos unas a otras, nos vemos como partes de una familia cristiana.

septiembre 12, 2016

Autor: Monika Basche

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