Año Nuevo, dicha nueva. ¿Será 2020 un «año agradable»? Sí, porque podremos experimentar la comunión con Jesucristo. Y en Él hay mucha gracia ¡y la hay para todos!
¿Qué traerá el nuevo año? Casi todas las personas se plantean preguntas similares. La respuesta cristiana a ellas es relativamente fácil y segura: El nuevo año nos volverá a traer la «comunión con Jesucristo». Así también dice el tema principal de los Servicios Divinos dominicales de las comunidades nuevoapostólicas en el mes de enero. Esta frase sencilla describe uno de los aspectos más importantes de por qué vale la pena llevar una existencia cristiana. El seguidor de Cristo tiene comunión con su Enviador, Señor y Maestro.
¿Cómo se debe experimentar concretamente esta comunión?
1. Comunión en el encuentro con la autoridad
El encuentro con quien tiene autoridad produce seguridad. Que los cristianos crean que Jesucristo actuó con autoridad o que sus Apóstoles hoy actúan con autoridad, les brinda gran seguridad en las idas y vueltas de la vida. En aquella época, los judíos devotos primero se estremecieron cuando escucharon predicar a Jesús: «Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Marcos 1:22). La doctrina de Jesús era diferente, nueva, inusual, contenía abundantes valores, era confortante, orientada al futuro, dirigida a las personas. Pero Él no solo predicaba con palabras hermosas, sino que también tenía autoridad para hacerlo. «Autoridad» es un término legal. Quien tiene autoridad, tiene el derecho de decir o hacer algo. La autoridad se confiere, se transmite. El Nuevo Testamento deja claro que la prédica de Jesús posee autoridad divina.
2. Comunión en el encuentro con el reino de Dios
¿Será 2020 un año agradable? Tal vez los cristianos a comienzos del nuevo año se planteen esta pregunta. Especialmente cuando el año pasado fue para ellos un año malo, cuando proliferan las preocupaciones y el duelo y casi no se puede encontrar una salida. Lo que puede ayudar a un cristiano que sufre es imaginarse el reino de Dios presente. Jesucristo está aquí, hoy y ahora. Él no solo vendrá otra vez, Él ya ahora es el que ayuda a su rebaño, un fiel Pastor. El anuncio del reino de Dios, en el que impera la justicia divina, también era habitual en el judaísmo antiguo. Pero los judíos de entonces se lo imaginaban como algo meramente futuro. Y luego viene Jesús y deja claro en su prédica que el reino de Dios es futuro y presente al mismo tiempo. Por eso puede incorporar en su prédica un concepto del libro de Isaías, el del «año agradable del Señor». En la sinagoga de Nazaret cita a Isaías describiendo con ello su ámbito de influencia: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor» (Lucas 4:18-19). Él es el representante del reino de Dios que rodea a los cristianos. ¡Qué consuelo para todos los pobres, cautivos, ciegos y oprimidos!
3. Comunión en la vida conforme al Evangelio
El Evangelio es el alegre mensaje de la resurrección de Jesús, de su sacrificio, su ascensión y su retorno. El Servicio Divino del último domingo de enero señala que la «comunión con Jesucristo» y una relación viva y entrañable con el Evangelio están estrechamente conectadas. La vida espiritual, es decir, la vida en el Espíritu de Dios, es expresión de la fe individual de cada creyente. Todo aquel que sienta que pertenece a Jesucristo, tiene el deber de anunciar el Evangelio en palabras y obras. Es un deber de gran responsabilidad sacar el tema de los contenidos fundamentales del Evangelio una y otra vez en la propia familia, con los hijos y nietos. ¡Cada cristiano tiene en este aspecto la misión de enseñar! «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales» (Colosenses 3:16). Dice al respecto el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en sus Pensamientos Guías para enero: «Hablamos con nuestros hijos sobre Dios, así como Jesús hablaba sobre su Padre. No presentamos a Dios como un Juez severo y exigente, sino que hablamos sobre su bondad y su amor. Enseñemos a nuestros hijos a amar a Dios y a demostrar el amor a través de su obediencia. Tengamos cuidado de cómo hablamos frente a ellos de los hermanos y siervos».
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